Seguro que cuando piensas en arqueología lo primero que pasa por tu mente son estatuas prehispánicas, pirámides, sarcófagos; trajes color caqui y un sombrero que encaja con tu atuendo; y cosas similares a las de las películas, cuando en realidad ser arqueólogo no se trata sólo de eso.
Para empezar, los arqueólogos estudian la historia del ser humano a través de los restos como huesos, tejidos, cerámica, herramientas, características del paisaje, costumbres, lenguaje, construcciones, entre otras; y efectivamente mucho de su trabajo tiene que ver con la excavación, identificación, registro y conservación de restos históricos; pero no todos los arqueólogos la pasan con sus palas por doquier con ganas de encontrar restos de antiguas civilizaciones y su legado.
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Alrededor del mundo existen notables estudiantes interesados en convertirse en arqueólogos como Heinrich Schliemann, quien en 1822 descubrió la ciudad de Troya; Howard Carter quien permitió conocer más acerca de la civilización de los faraones con su descubrimiento de la tumba de Tutankamon; o John Lloyd Stephens, quien en 1850 participó en la investigación en el descubrimiento del mundo de la civilización maya, por lo cual fue considerado como el segundo descubridor de América.
Para convertirte en todo un profesional en arqueología es imprescindible tener gusto por la investigación, ser un tanto curioso, tener agrado por explorar y hasta ser atrevido y un tanto aventurero.
Por otro lado, la arqueología, de acuerdo a la definición del diccionario, “es una ciencia dedicada a estudiar manifestaciones culturales, artísticas y arquitectónicas de una civilización a lo largo de su historia”, obviamente bajo diversos análisis.
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Y para desempeñar esta profesión es necesario contar con estudios en otras materias que tienen que ver con cuestiones metodológicas, estadísticas, historia, geología, prehistoria, paleontología; y combinar historia, sociología, antropología, entre otras. Además de contar con conocimientos sobre sociedades antiguas y sus símbolos, lenguajes y costumbres (y otros puntos) para indagar con certezas a la hora de trabajar.
Otro punto significativo que no puedes dejar pasar, es que es una profesión donde debes desempeñar gran parte de tu labor al aire libre y en el laboratorio; y el campo de trabajo puede ser tanto en tierra como en agua. Por si fuera poco, esta disciplina puede asociarse a viajes continuos tanto dentro como fuera del país; sin duda una gran manera de conocer a profundidad una región por todo el mundo.
De acuerdo al ranking QS de Universidades del año pasado, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es la mejor universidad de América Latina para estudiar Arqueología; y ofrece cuatro propuestas: la Licenciatura en Antropología, la Maestría en Estudios Mesoamericanos, la Maestría en Antropología y el Doctorado en Antropología.
Seguida de esta la Universidad Estatal Paulista “Júlio de MesquitaFilho” (UNESP), y la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ) en Brasil.