Lo que te convierte en un profesional no es un título universitario. En realidad, hay muchos atributos que son tanto o más importantes que el mismo grado de educación superior. Se ven al momento de trabajar, cuando debes demostrar que no solamente tienes conocimientos, sino que también cuentas con la capacidad de actuar con profesionalismo.
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Para alcanzar grandes éxitos en la vida es más importante la actitud que los propios conocimientos. Estos últimos se adquieren relativamente rápido. En cambio, una actitud se cultiva a lo largo de muchos años y muchas experiencias.
Estos son los valores que no aprendes en los salones de clase, pero que sí debes cultivar si tienes grandes sueños y quieres llegar lejos.
Autonomía
Autonomía no significar no necesitar de nadie, o ser extremadamente independiente. Esta palabra alude más bien a la fortaleza para preservar los principios, valores y compromisos, por encima de presiones en contra, comentarios descalificantes o situaciones adversas.
La autonomía exige pensar con cabeza propia. No seguir el camino de otros simplemente porque es la vía por donde va la mayoría, o por conveniencia, o por facilismo.
Quien es autónomo piensa y actúa por convicción.
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Capacidad de organización
La capacidad de organización se refleja en muchos componentes cruciales de la vida: orden en las finanzas, método para realizar las actividades, posibilidad de contar con tiempo libre de calidad.
Muchas personas acostumbran a distribuir sus actividades con la ley de “la última hora”. Esto las lleva a estar siempre al borde del precipicio. De hecho, hay teorías psicológicas que indican que se disfruta, de algún modo, de esa adrenalina.
Sin embargo, a mediano y largo plazo, este tipo de actitudes pueden ser nefastas. Si no hay orden, siempre habrá angustia y eventualmente será imposible cumplir con todas las responsabilidades. Los ratos libres se reducen, las tareas se realizan en mayor tiempo del necesario y la vida se vuelve un pequeño caos.
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Confianza en ti mismo
Si hay un atributo que es garantía de éxito es este. La confianza en ti mismo es una verdadera armadura contra los tiempos difíciles, los errores y los fracasos. Pensar que eres capaz y que más tarde o más temprano puedes llegar a tus objetivos, es en verdad la cuota inicial para lograrlo.
Por el contrario, la falta de confianza en lo que se es o lo que se hace, te impide avanzar. Finalmente terminas llenándote de miedos, así seas experto en algún tema o el mejor realizando determinada tarea.
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Iniciativa
La proactividad es una de las virtudes mejor valoradas en el mundo profesional. Para ser proactivo necesitas, sobre todo, mucha iniciativa. Esto significa que eres una persona dispuesta a encontrar soluciones y a actuar para llevarlas a la práctica. También, que tienes la capacidad para tomar decisiones si la situación lo amerita.
Tener iniciativa es no esperar a que te den una orden, o te indiquen una instrucción para actuar. Vives según criterio propio y tienes la disposición para solucionar, y no esperar a que sean otros quienes tomen las riendas de la situación.
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Perseverancia
La paciencia y la confianza son lo que te lleva a ser perseverante. Y ser perseverante es lo que te conduce hacia los grandes logros de la vida. Ninguna gran obra de la humanidad se ha hecho de un día para otro. Lo mejor siempre es resultado de un esfuerzo largo y sostenido.
Es normal que durante la juventud haya cierta inestabilidad. Pero nada más importante que trabajar para hacerte cada vez más constante en lo que piensas, sientes y haces. Eso es una genuina semilla de triunfo.
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