En Argentina se está abriendo paso una iniciativa para la educación emocional. Se trata de un proyecto de ley que pretende introducir este tipo de educación en las escuelas y universidades del país, como parte de la formación básica para todos los estudiantes.
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El autor del proyecto es Lucas Malaisi, un licenciado en Psicología que ya presentó la iniciativa ante la Cámara de Diputados y Senadores de la Nación, y ante las autoridades de varias provincias.
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Lo interesante de la propuesta es que está llevando al plano de la legislación un componente de la educación que hasta ahora se ha dejado al libre albedrío de cada institución, e incluso de cada maestro. Introducirlo formalmente como elemento formativo, significa oficializar el hecho de que no solamente se debe educar la razón, sino también los sentimientos y las emociones.
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<relacionada slug=»la-secretaria-de-educacion-de-bogota-premia-la-innovacion-educativa» posicion=»left» /> También implica aceptar que la educación es un proceso integral en el que no basta capacitar a las personas para que desempeñen un oficio o profesión, sino también para que puedan aprovechar mejor sus vidas.
La educación emocional
El autor del proyecto de ley define la educación emocional como “el proceso de enseñanza de las habilidades emocionales mediante el acompañamiento y apuntalamiento de la persona en el ejercicio y perfeccionamiento de las mismas”.
Aunque se trata de una formación que se da en la vida cotidiana, Lucas Malaisi indica que también debe abordarse como enseñanza escolarizada, puesto que “se basa en la transmisión de conocimientos y la corrección de lo erróneo (comportamientos agresivos, impulsivos o desadaptativos en general)”.
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La educación emocional descansa sobre cinco ejes de la inteligencia emocional: conocimiento de uno mismo, autorregulación, empatía, motivación y habilidades sociales.
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Lo que se busca es que los estudiantes comprendan cada uno de esos ejes, los ejerciten y los mejoren continuamente en su vida personal. La escuela debe encargarse de proporcionar el aprendizaje de esos componentes y de hacer seguimiento y evaluación de los mismos.
Todo el proyecto se sustenta en la idea de que en la medida en que se ha reconocido la existencia de una inteligencia emocional, esta debe ser educada de la misma manera que la inteligencia racional. El propósito de la educación, más que enseñar a hacer es enseñar a ser.
El proyecto de ley
La apuesta por convertir la educación emocional en una obligación reglamentaria y legal es una respuesta frente a algunos aspectos de la crisis que experimentan los centros educativos actualmente.
En todo el planeta hay señales de violencia en las escuelas, que luego se refleja en la sociedad. Es evidente que hay falta de respeto por las jerarquías y por los propios pares. El “bullying” o “matoneo” se ha tomado muchas aulas de clase y no es infrecuente encontrar jóvenes que comienzan a hacer uso de psicoactivos a temprana edad.
Todo el proyecto de ley, compuesto por 11 artículos, insiste en la importancia de convertir la educación emocional en un proyecto nacional.
Teniendo en cuenta que Colombia es uno de los países con más altos índices de acoso escolar y que el nivel de violencia en el país está también entre los más altos del mundo, valdría la pena sopesar la propuesta de aprender de iniciativas como la educación emocional.
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