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Biblioteca de la Universidad de Humboldt en Berlín. Es una de las bibliotecas científicas más avanzadas de Alemania | katatonia82, shutterstock

Foto: Vista de la Biblioteca de la Universidad de Humboldt en Berlín. Es una de las bibliotecas científicas más avanzadas de Alemania | katatonia82, shutterstock

¿Los exámenes sirven realmente para aprender?

Son el método de evaluación por excelencia. Sin embargo, los investigadores advierten que no siempre sirven para aprender y tampoco está todo en Google.

Todo estudiante siempre teme unas fechas concretas a lo largo del curso. Son los días que coinciden con los exámenes, puesto que de la puntuación que se obtenga en ellos depende poder pasar de curso, tener que estudiar en el verano, conseguir la nota que se quiere para ser admitido en la carrera que se desea…

Los exámenes están presentes durante toda la vida académica del alumno y en países como España ha sido tradicionalmente el sistema o método más empleado para evaluar y comprobar si realmente el alumno está aprendiendo y asimilando los conocimientos que se imparten en las aulas.

Con la llegada del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), que se implantó hace ahora seis años, el papel de los exámenes está en entredicho, puesto que uno de los objetivos de este espacio -conocido popularmente como Plan Bolonia-, es desarrollar competencias más que adquirir conocimientos para lo que se emplean metodologías como el trabajo por proyectos o la resolución de casos prácticos.

Los propios estudiantes consideran poco útiles los exámenes para desarrollar las competencias y no los ven como una oportunidad para aprender, sino más bien como una finalidad para conseguir una nota, según se recoge en un estudio sobre el impacto de los diferentes métodos de evaluación educativa en el desarrollo de las competencias en la Universidad, realizado por el Ministerio de Economía y Competitividad. En él, también se concluye que los alumnos son más partidarios de una evaluación continuada real como se establece en el Plan Bolonia.

Una opinión que igualmente es secundada por la doctora e investigadora en Tecnología y Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Nati Cabrera, que ha participado en este estudio y que apunta que los profesores continúan confiando demasiado en los exámenes a pesar de que la información que aportan no es de utilidad para que el alumno pueda mejorar, al verse el resultado una vez finalizado el proceso de formación.

De hecho, según la investigadora, en una enseñanza con actividades más participativas y creativas, con resolución de problemas y en la que se emplee la capacidad crítica de los estudiantes, no tienen sentido los exámenes para que los estudiantes “vomiten contenido”.

Para la doctora, la evaluación tiene que ser una herramienta útil que permita establecer un diálogo entre el profesor y el estudiante para ir viendo qué se aprende y se debe rectificar durante todo el aprendizaje.

Los exámenes también son cuestionados por la profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, Modesta Pousada, que afirma que “no es un aprendizaje significativo” empollar para “repetir o vomitar lo que se sabe”. Una situación que se contrapone al Plan Bolonia, que intenta que ese aprendizaje sea significativo y que no haya que aprender un contenido teórico de memoria sino que, con el conocimiento, se puedan resolver situaciones reales.

En opinión de la doctora Nati Cabrera, el aprendizaje debe ser un trabajo muy continuado porque se tiene más garantías de asimilar los conocimientos. De hecho, no hay relación entre entender un texto y reproducir lo que se ha leído con comprender su contenido y ser capaz de aplicar sus conocimientos para resolver problemas en diferentes contextos.

Es mejor estudiar dos horas diarias durante dos semanas que ocho horas durante tres días

Pero la utilidad de los exámenes todavía es menor cuando los estudiantes dejan todo para el final y no han estudiado durante el curso. Diversos estudios ponen de manifiesto –añade Modesta Pousada-, que es mejor estudiar durante dos semanas dos horas diarias que hacerlo durante tres días siete u ocho horas porque el recuerdo mejora. Es más, si se espacian las horas de estudio, se aprende lo mismo invirtiendo menos horas.

Y, ¿qué sucede con el uso de Internet y de los buscadores como Google? Los investigadores también alertan de que con el uso de las nuevas tecnologías hay que tener cuidado y hacer un buen uso de ellas. Y es que el hecho de que esté todo en Internet no implica que se asimilen los conocimientos, además de ser necesario tener un buen criterio para discriminar las fuentes.

 

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