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Intención o resultado, ¿qué pesa más en los juicios de valor de los niños?

Intención o resultado, ¿qué pesa más en los juicios de valor de los niños?

Una investigación revela que los niños de a partir de 4 años, al igual que los adultos, hacen juicios de valor basados principalmente en la intención de la persona.

Desde pequeños hacemos juicios morales sobre todo lo que nos rodea y nos empezamos a preguntar si algo o alguien es bueno o malo.Pero ¿qué es lo que más cuenta: la intención o el resultado? Una nueva investigación de University of East Anglia (UEA) indica que la capacidad de juzgar de los niños pequeños en base a la intención de las personas ha sido subestimada con frecuencia.

Hasta ahora, la opinión mayoritaria en psicología evolutiva y previamente reflejada en dos estudios señalaba que a la hora de hacer juicios de valor los niños pequeños tenían en cuenta principalmente los resultados de las acciones (es decir, si la acción resultaba ser buena o mala). En contraposición, se consideraba que los adultos realizan juicios morales centrándose más en la intención del que ha actuado y valorando la bondad o maldad que había detrás de ésta.

Un equipo de investigadores de la UEA, liderado por el profesor senior en psicología Dr. Nobes, cuestiona la mencionada conclusión y pone en marcha una investigación que replica los citados estudios previos, publicados en 1996 y 2001, con la diferencia de que se replantea una de las cuestiones hechas a los participantes. En este caso se preguntará desde el punto de vista de si la persona que realizaba la acción era buena o mala en vez de centrarse en si la acción resultante lo era o no.

La intención es lo que cuenta

En el estudio de la UEA participaron 31 adultos y 138 niños de entre 4 y 8 años. Todos ellos tenían que emitir juicios de valor sobre cuatro historias, en dos de las cuales se producían daños de forma accidental (intención buena, resultado malo) y en las otras dos, se hería a propósito (intención mala, resultado bueno).

Respecto a dos de las situaciones planteadas, se preguntó a los participantes si creían que estaba bien lo que hacían los protagonistas de esas historias. Sin embargo, en las otras dos situaciones, se les hizo la cuestión replanteada y se les pidió que dijeran si consideraban que esas personas eran buenas o malas, lo que les llevaba a valorar la intención de esas acciones, independientemente de que el resultado de las mismas fuera bueno o malo.

Ante la pregunta original las respuestas fueron similares a las de los estudios anteriores, ya que los juicios morales de los niños y de los adultos se basaban principalmente en los resultados. En cambio, frente a la cuestión replanteada, los juicios de valorde los niños de 4 a 5 años estaban, a partes iguales, influenciados por la intención y el resultado. Pero no ocurrió lo mismo con los niños de 5 a 6 años y los adultos. En este segundo caso, pasaron de emitir juicios morales basándose casi exclusivamente en los resultados a centrarse casi por completo en la intención cuando la preguntales fue reformulada.

Así, los investigadores se percataron del error cometido en los estudios anteriores al no haber hecho la pregunta equivocada, la cual les llevaba solo a “valorar si el resultado de la acción era bueno o malo, sin tener en cuenta la intención de la persona, y por tanto, la culpabilidad”.

Sin embargo, según el estudio de la UEA, la intención es lo que cuenta. Tal y como afirma el Dr. Nobes, “para la mayoría de los adultos, hacer daño deliberadamente es peor que hacerlo de forma accidental”.

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