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Entender la ciencia de pequeños para comprender el mundo de mayores

Entender la ciencia de pequeños para comprender el mundo de mayores

Acercar la ciencia a los niños es clave para desarrollar el pensamiento crítico. Mejor si se hace de forma divertida.

Explicar a un niño que la ósmosis es el paso de disolvente entre dos disoluciones de distinta concentración separadas por una membrana semipermeable (según la RAE) quizás no sea la mejor manera de comprenderlo. Sin embargo, si se plantea por ejemplo el experimento del “huevo mágico” que bota, con un huevo duro que absorbe vinagre en una jarra, se está fomentando que el niño observe, plantee el problema, la hipótesis, comprenda el proceso y además extraiga sus propias conclusiones.

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A partir de los seis meses los bebés empiezan a explorar su entorno

Acercar la ciencia a los niños puede ser más sencillo de lo que parece. ¿Cómo? Desde Cucutoys recuerdan que ya con seis meses los bebés empiezan a ser autónomos en su exploración y experimentación con el entorno y lo hacen mediante el método de ensayo y error, por lo que se recomienda un acercamiento temprano a la ciencia para aprovechar esa curiosidad innata.

El aprendizaje científico en los niños “hace que se acostumbren a plantearse preguntas, desarrollar un pensamiento crítico y ser rigurosos”, explica Gonzalo Conejero, socio fundador de esta empresa dedicada al juguete responsable, quien considera que además potencian otras habilidades como el trabajo en equipo o el orden a la hora de trabajar. Y es que por medio de una educación en ciencias, los niños se acostumbran a formularse preguntas, a interpretar resultados y extraer conclusiones, algo que les ayudará a entender mejor el mundo cuando sean mayores.

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No hace falta tener un “acelerador de partículas” en casa para enseñar la ciencia de forma divertida

La ciencia sorprende y por lo tanto, despierta la curiosidad de los niños. Una buena forma de enseñar ciencia de forma divertida es, según proponen desde Cucutoys, construir pequeños experimentos para llamar la atención de los más pequeños de tal forma que el proceso de aprendizaje se combina también con el de juego y diversión.

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En Internet se pueden encontrar infinidad de juegos y demostraciones sencillas elaboradas a base de materiales fáciles de conseguir. Un ejemplo es el de la tinta invisible con papel, un pincel y zumo de limón para explicar la oxidación al hacer que aparezca un mensaje secreto escrito en el papel cuando se le aplica una fuente de calor.

Otro ejemplo es el experimento del agua que no cae, para el que se necesita un vaso de cristal de tubo, una carta de una baraja, una fuente y agua; se llena el vaso de tubo de agua, se tapa con la carta, se le da la vuelta y el agua no cae porque la presión atmosférica es mayor y empuja la carta hacia arriba de forma que impide que el agua caiga.

Para Conejero, la ciencia fomenta “la búsqueda de la verdad en los hechos y fenómenos que ocurren en el universo y la naturaleza, junto a una actitud de respeto y cuidado por ellos”, y a los niños hay que darles tiempo para razonar por sí solos, pero pronto empezarán a dar respuestas lógicas y creativas.

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Este pensamiento típico de la búsqueda científica es cada vez más demandado, tanto en entornos personales como profesionales -observación, clasificación, comunicación y experimentación- por lo que un acercamiento temprano de los niños a la ciencia les ayudará a comprender mejor el mundo cuando sean mayores.

 

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