Los jóvenes no tienen la misma percepción de los riesgos online que los adultos, ya que mientras padres, madres o profesores creen que la exposición a ciertos contenidos o comunicaciones pueden conllevar un cierto riesgo para los menores, estos lo perciben de manera diferente, según la consultora EU Kids Online.
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En el último informe de la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación ANAR se revela que el móvil el más utilizado en el ciberbullying, siendo el empleado en más del 90% de los casos. Además, aplicaciones como Whatsapp son también otro de los canales favoritos de los acosadores al realizarse el acoso a través de esta plataforma en el 81% de los casos. A continuación, se sitúan las redes sociales con el 36,2% de las ocasiones. Tan solo el 20% emplea los ordenadores o tabletas para acosar.
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A continuación, recopilamos las principales amenazas y riesgos que entraña la red:
Grooming: un acosador contacta de forma sistemática, deliberada y sostenida en el tiempo con un menor a través de medios telemáticos (correo electrónico, rrss, etc) con el fin de establecer una relación y control emocional sobre este menor y así proceder al abuso sexual.
Sexting: El sexting o intercambio de fotografías o vídeos con contenido erótico o sexual entre los propios jóvenes con las que luego llegan a extorsionarse, lo que puede causar daños psicológicos importantes en la víctima.
Ciberbullying: O acoso entre menores potenciado por la inmediatez, facilidad y disponibilidad para causar daño de Internet. Además, el entorno digital favorece la falta de empatía. Uno de cada cuatro casos de acoso escolar se produce por el móvil y las redes sociales.
Malware/ Spam/ Spyware: Son virus o programas que se instalan en un dispositivo sin el consentimiento del usuario con el fin de dañar sus herramientas, robar sus datos o espiarle. Suponen una intrusión a la privacidad.
A este listado, también podríamos añadir el peligro de desarrollar una adicción (conocida como Nomofobia, en el caso de que la dependencia sea con los móviles), ya que se ha comprobado que una elevada exposición a las nuevas tecnologías produce una dispersión en la atención, un síndrome de abstinencia. Además, limita la realización de otras actividades, reduce la vida social y produce sensación de agobio.
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