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Bebé sentado atiende a las explicaciones

Foto: Bebé sentado atiende a las explicaciones

Por qué los niños aprenden idiomas más rápido que adolescentes y adultos según un estudio de la Universidad Carnegie Mellon

El estudio constata que esta adquisición más rápida del lenguaje en los niños se debe a la forma diferente en la que los adultos se dirigen a ellos.

Diversas investigaciones han permitido comprobar la rapidez con la que los niños aprenden idiomas. Una celeridad que siempre se ha contrastado con la capacidad de aprendizaje de los adultos. Ahora, una nueva investigación llevada a cabo por la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh (Pensilvania, EE.UU.), viene a corroborar que los niños pequeños aprenden el idioma a un ritmo notablemente superior al de adolescentes y adultos.

La clave de esta diferencia en el aprendizaje no procede, como se tiende a pensar, de las diferencias en la capacidad entre niños y adultos. Realmente está relacionada con la forma distinta en la que los adultos hablan con los más pequeños, según se recoge en la publicación realizada en ‘Psychological Science’.

Esta comprobación se ha podido realizar a través del método desarrollado por un equipo de investigadores, primero que ha permitido evaluar de manera experimental cómo los padres usan lo que saben sobre el lenguaje de sus hijos cuando les hablan.

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La forma en que los adultos hablan a los niños mejora su adquisición del lenguaje

Con este sistema, ha sido posible descubrir que los padres tienen modelos muy precisos sobre el conocimiento de sus hijos, empleándolos para sintonizar el idioma que usan cuando les hablan. «Sabemos desde hace años que los padres hablan con los niños de manera diferente que con otros adultos de muchas maneras, por ejemplo, simplificando su habla, reduplicando palabras y alargando los sonidos de las vocales», afirma Daniel Yurovsky, profesor asistente de psicología en la Universidad Carnegie Mellon.

Además, los adultos tienden a hablar con los niños de una forma más lenta y en un tono más alto, con una enunciación más exagerada, e introduciendo preguntas en la comunicación para medir su comprensión. Es una forma de hablarles que facilita que los niños se familiaricen con el lenguaje y que permite detectar cuánto saben sobre el idioma para modificar la forma de hablarles con el fin de que se les entienda.

Este proceso es posible porque los padres conocen el lenguaje de sus hijos al verlos crecer y aprender, aprovechando ese conocimiento para afinar la información lingüística que utilizan en su comunicación con ellos. 

De este modo , a medida que aumenta la fluidez del lenguaje en el niño, es mayor la estructura de las oraciones y la complejidad que usan los adultos al hablarles. Una progresión que, según los investigadores, es similar a la de un estudiante cuando aprende matemáticas en la escuela, ya que se comienza con el álgebra y luego la geometría plana antes de pasar al cálculo. 

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Variedad de técnicas para que los niños comprendan el mensaje

El estudio a su vez se ha centrado en tratar de comprendercómo las personas mayores –padres o cuidadores-, ajustan las interacciones para que coincidan con el desarrollo del habla del niño. Para detectarlo, se llevó a cabo una actividad lúdica a la que es habitual que jueguen y en la que los padres ayudaban a los niños –de 15 a 23 meses de edad- a elegir un animal específico de un conjunto de tres.

La mitad de estos animales se correspondían con los que suelen aprender antes de los dos años como la vaca o el gato, mientras que la otra mitad suelen conocerla más tarde como, por ejemplo, el pavo real o el leopardo.

El juego –contó con la participación de 41 parejas de niños y adultos-, midió las diferencias en la forma en la que los padres hablan de los animales que pensaban que sus hijos no conocían en comparación con aquellos que creían que sí sabían. 

Para dar a conocer el animal desconocido, se observó que los padres empleaban una variedad de técnicaspara transmitírselo a los niños, aunque lo más frecuente fue utilizar descriptores adicionales que ya eran familiares a los pequeños. 

Este experimento también permitió comprobar que los padres no solo empleaban lo que sabían sobre el conocimiento de sus hijos, sino que eran capaces de cambiar la forma en la que hablaban por primera vez de un animal al notar que los niños no lo conocían.

En esta investigación, cuyos resultados pueden ayudar en el campo del aprendizaje automático, se han realizado un total de 36 ensayos experimentales en los que cada animal apareció dos veces como mínimo en el juego. 

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