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¿Trabajar y estudiar? Difícil pero no imposible

¿Trabajar y estudiar? Difícil pero no imposible

El ingrediente fundamental que no debe faltar en este reto es organización.

Ser organizado, responsable y tener una gran fuerza de voluntad son tres de las características que deben definir a la persona que se embarca en la difícil tarea de compaginar estudios y trabajo. El esfuerzo será grande, pero la recompensa es aún mayor.

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Hay muchas razones por las que una persona decide compaginar estudios y trabajo. Puede que necesite un dinero extra para sus gastos, o que haya decidido independizarse. Tal vez la situación laboral de sus padres no sea la más adecuada o quizá haya decidido hacer unas prácticas. O puede que, ya en la edad adulta, haya decidido compaginar su trabajo con unos estudios que le permitan un ascenso o cambiar de profesión. Sea cual sea nuestra situación, estudiar y trabajar requiere un gran esfuerzo.

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Para lograr el éxito, es necesario tener claros algunos conceptos, como la necesidad de ser una persona ordenada, organizada y metódica. El primer paso es utilizar una agenda física o digital que nos permita poner los compromisos ineludibles, como la asistencia al trabajo y a clase, o las fechas de entrega de los trabajos o de los exámenes. A continuación, conviene dejar un tiempo para otros compromisos, que serán organizados de una manera flexible, para podernos adaptar a las circunstancias del día a día.

Hay que dejar tiempo para la familia, los amigos y divertirse. Lo peor que podemos hacer es aislarnos del mundo. Sin embargo, existen fórmulas eficaces, como reducir tus salidas a una vez por semana o disminuir el tiempo que pasamos fuera de casa.

También es muy útil informar de nuestra situación de estudiante y trabajador a compañeros, profesores y jefes. Si saben que estamos realizando un gran esfuerzo podremos recibir ayuda. En determinadas ocasiones agradeceremos mucho que un compañero nos pase los apuntes de aquella clase que no hemos podido asistir, que un profesor nos retrase la entrega de un trabajo o que un jefe nos permita tomarnos unas horas para facilitarnos la asistencia a un examen. En cualquier caso, conviene no abusar.

Para realizar la doble tarea de estudiar y trabajar hace falta ser realista. Tendremos que exigirnos al máximo, pero no más de la cuenta. Si en lugar de sacar nuestra carrera en tres años lo hacemos en cuatro, tendremos motivos justificados porque estamos haciendo un esfuerzo superior al resto de nuestros compañeros. Y si un determinado día notamos que no rendimos tan bien como nos gustaría en el trabajo porque estamos en época de exámenes, no tenemos por qué sentirnos culpables.

También nos conviene controlar el estrés. Comer bien y dormir las horas necesarias nos impedirá volvernos malhumorados o caer enfermos. En los momentos más bajos, cuando nos entren ganas de tirar la toalla, resulta muy útil visualizar nuestra meta. Si estamos estudiando y trabajando a la vez seguro que tenemos un buen motivo para ello. Simplemente el hecho de hacerlo es importante para nuestra autoestima y nos permitirá obtener nuestra recompensa.

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¿Cuántas horas y en qué debo trabajar?

Según un estudio de la Universidad de Washington y la Universidad de Temple, los estudiantes que trabajan más de 20 horas semanales corren el riesgo de tener una menor participación en las aulas, contar con un peor rendimiento académico o abusar de las drogas o el alcohol. Por ello, los expertos recomiendan dejar tiempo para el ocio, lo que contribuye a aumentar el rendimiento y a sentirse menos deprimido.

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“Nada como meterte en la cama por la noche y sentir que has cumplido los objetivos del día”

Tampoco es igual tener que trabajar por motivos económicos en un empleo que nada tiene que ver con lo que estás estudiando, que realizar unas prácticas profesionales. Yolanda Segovia acude diariamente a sus clases de Administración y Dirección de Empresas de la Universidad de Granada a la vez que trabaja como camarera en un restaurante. “Es muy cansado y, aunque no quieras, al final te termina aislando socialmente, porque tienes que dedicar tu escaso tiempo libre a estudiar las materias”, relata, “noto que algunos amigos comienzan a cansarse de obtener un no como respuesta cuando me proponen un plan y en este último año he notado que ya no me llaman tan a menudo».

Como aspecto positivo destaca que «salvo excepciones, he encontrado mucha comprensión ante mi situación tanto en el trabajo como en la universidad. Y nada como meterte en la cama por la noche y sentir que has cumplido tus objetivos del día. Me hace sentir casi una heroína”.

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“El esfuerzo compensa porque trabajar en algo relacionado con los estudios da ventaja”

Una situación muy diferente a la que puede vivir Ana María García, estudiante de Periodismo en la Universidad Complutense, que lleva tres años compaginando sus estudios con prácticas en diferentes medios de comunicación. “Al final, el esfuerzo compensa porque trabajar en algo relacionado con mi carrera me da ventaja con respecto a mis compañeros. Poder incluir experiencia profesional en mi curriculum me dará más oportunidades de encontrar un trabajo cuando termine la carrera y, por otro lado, resulta muy motivador llevar a la práctica lo aprendido en las clases. Lo peor es la época de exámenes, que es cuando más apremiada de tiempo estoy. Mi truco es prepararme menos concienzudamente las materias pero presentarme a todos los exámenes. En realidad, no creo que me valga de mucho obtener una nota alta; me basta con un aprobado raspado”.

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España en relación a otros países

En EE.UU., el 45% de los estudiantes universitarios compagina sus estudios con un trabajo a tiempo completo o a tiempo parcial. En muchas ocasiones, los trabajos que desempeñan son pertenecen a los empleos menos cualificados, pero más que por motivos económicos, muchos jóvenes los realizan por motivos culturales. En EE.UU., además, las compañías valoran en gran medida que su futuro empleado haya trabajado en su época de estudiante, ya que esto denota capacidad de esfuerzo, compromiso y voluntad, tres características consideradas muy importantes en el entorno laboral estadounidense.

En España, sin embargo, las cifras de alumnos que compaginan estudios y trabajo están muy alejadas de las estadounidenses. Sólo un 4,7% de los alumnos españoles de 15 a 29 años tienen un empleo al tiempo que estudian, una cifra que asciende al 6,8% si hablamos de jóvenes en edad universitaria. Una de las razones hay que buscarla en el gran desempleo juvenil que ha presentado España en los años de la crisis, donde las cifras del paro han llegado a alcanzar al 57% de la población.

Holanda es el país europeo en el que más jóvenes universitarios compaginan ambas actividades, con un 35,9%, seguida de Dinamarca, con un 33,7%. En la OCDE la cifra de jóvenes de entre 20 y 24 años que estudian y trabajan es del 13,4%, mientras que en la UE solo un 12% de los comprendidos en esta edad lo hace. Por debajo de España, y con menos de un 5% de jóvenes estudiantes y trabajadores, se encuentra la República Checa, Bélgica, Italia, Hungría, Grecia y Eslovaquia, que cierra la lista de los países europeos con tan solo un 3,3% de jóvenes compaginando ambas actividades al mismo tiempo.

Los trabajos menos cualificados que más interés despiertan entre los jóvenes tienen relación con las clases particulares, el trabajo en comercios u hostelería, el cuidado de niños y la distribución de publicidad.

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Recursos

En los últimos años, sin embargo, las cosas parecen estar cambiando, y las universidades españolas cada vez son más conscientes de que hay numerosos jóvenes que tienen la necesidad de trabajar y estudiar, especialmente tras el encarecimiento de las tasas universitarias y las mayores dificultades para obtener becas que se han aprobado en los últimos años.

Numerosos centros de formación han trabajado en los últimos años para crear bolsas de empleo que permitan a sus alumnos trabajar o hacer prácticas profesionales. También hay universidades, como la Complutense de Madrid por ejemplo, que ofrece una página a las empresas e instituciones interesadas en prácticas de empresa y en difundir las ofertas de empleo, que también es utilizada para los estudiantes que quieren realizarlas.

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Por otro lado, prácticamente todas las universidades cuentan con una oficina o programas de empleo y prácticas. Además, trabajar en la propia universidad es una opción que tienen los estudiantes. Este año se han convocado 2.356 becas de colaboración en universidades españolas. Unas ayudas compatibles con las becas de carácter general del Ministerio de Educación que permiten a los universitarios que vayan a concluir sus estudios de segundo ciclo o de Grado, o bien a aquellos que estén cursando el primer año de un máster oficial, trabajar en el propio centro tres horas diarias durante ocho meses.

Otra opción para encontrar un trabajo a tiempo parcial o a tiempo completo es consultar las ofertas existentes en las diferentes páginas web especializadas en empleos para estudiantes y no pasar por alto programas de movilidad como Erasmus+ de prácticas, que mantiene los plazos abiertos en varias universidades y que posibilita la realización de un período de formación prácticas en el extranjero.

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