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Niños prestando atención en clase.

Foto: Niños prestando atención en clase.

Ver el mundo como lo hacen los niños puede ser una ventaja para el aprendizaje según la Universidad de Ohio

Los problemas que tienen los niños para centrar su atención pueden resultar muy útiles, según científicos de la Universidad de Ohio.

Un experimento llevado a cabo por la Universidad de Ohio concluye que las dificultades de concentración que tienen los niños, más que una desventaja, es algo que les puede ser muy útil.

“La capacidad de los adultos para centrar su atención suele aportar beneficios en el día a día, pero a veces ayuda ver el mundo como un niño para percibir cosas que pueden no parecer tan relevantes”. Así lo señala Vladimir Sloutsky, profesor de Psicología en la Universidad de Ohio y coautor del estudio, publicado en el Journal of Experimental Child Psychology.

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Dónde se centra la atención

Para llegar a estas conclusiones se realizó un experimento con 30 niños de 4 y 5 años y 38 adultos. En él se utilizó tecnología de seguimiento ocular para detectar dónde se focalizaba la atención mientras intentaban completar una tarea en un ordenador. Así, tanto a los niños como a los adultos se les mostró imágenes a color de criaturas que tenían siete características identificables. Incluían cabeza, cola y antenas. Se les dijo que había dos tipos de criaturas, llamadas Flurps y Jalets, y que tenían que averiguar cuáles eran cuales.

Se les indicó que siempre iba a haber una característica diferente en los dos tipos de criaturas. Por ejemplo, los Jalets podían tener una cola azul y los Flurps una cola naranja. Además, se les advirtió que la mayoría de los Flurps, pero no todos, tenían una determinada característica, como tener antenas rosas. Asimismo, una de las características nunca se mencionó en las instrucciones y no difería entre los tipos de criaturas, lo que se llamó entre los investigadores “la característica irrelevante”.

Después de un entrenamiento previo, a los participantes se les mostró una serie de criaturas y se les dijo que indicaran qué tipo era cada una. Los adultos aprendieron rápidamente qué característica indicaba si era un Flurp o un Jalet, y el rastreador ocular indicó que fijaron casi toda su atención en esa característica. Los niños, sin embargo, tardaron más en aprender qué característica era la más importante para determinar el tipo de criatura. El rastreador mostró que seguían observando todas las características de las dos criaturas, incluso aunque fueran irrelevantes.

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Abrir el foco de atención

Pero en mitad del experimento, los investigadores hicieron un cambio inesperado. La característica irrelevante se convirtió en la que determinaba si era un Flurp o un Jalet. Y esa característica, que había sido la misma para ambas criaturas antes del cambio, ahora era diferente para cada una.

Tras este cambio repentino, los niños, que habían estado atentos a todo, se percataron más rápidamente que las reglas habían cambiado. Como conclusión, los investigadores determinaron que los cerebros de los niños no son suficientemente maduros para centrar la atención. No obstante, esto les ayuda a aprender más mientras exploran el mundo. Los adultos, en cambio, aunque tienen la capacidad de distribuir su atención como los niños, pero a menudo eligen la atención selectiva para ser más eficientes, lo que aumenta la eficiencia del aprendizaje y el rendimiento, pero puede conducir a una trampa de aprendizaje en determinadas situaciones.

“Cuando la solución a un problema parece obvia, puede ser útil abrir tu foco de atención y buscar pistas que puedan no parecer tan relevantes al principio. Es decir, pensar como un niño otra vez”, señalan los científicos.

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