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¿Tu hijo adolescente es búho o alondra?

¿Tu hijo adolescente es búho o alondra?

Una investigación respalda la recomendación de retrasar el comienzo de las clases de secundaria para adaptarse al cambio de ritmo circadiano de los adolescentes.

Se dice que muchos adolescentes son unos dormilones, no tienen prisa ni para costarse ni para levantarse y se pasan el día medio sonámbulos como si nunca se despertasen del todo. Una investigación americana ha querido indagar sobre ello.

¿Tu hijo adolescente es un búho o una alondra? Los cronotipos búho y alondra están relacionados con los ritmos circadianos, es decir, con la forma que tiene cada uno de adaptarse a la luz, a la temperatura y a otros ciclos biológicos ambientales, lo que lleva a que a algunas personas les cuesta irse a la cama y levantarse (búhos) y, sin embargo, otras se acuesten pronto y además madruguen (alondras).

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Un estudio, realizado por la investigadora Judith Owens, directora del Centro de Sueño del Hospital Infantil de Boston, y Robert Whitaker, de Temple University, ha analizado variedad de factores relacionados con el sueño en adolescentes. En concreto, se centran en determinar si la duración del sueño más corto y la mayor somnolencia diurna durante la semana, sumado a tener un cronotipo nocturno, es decir, a ser un “búho”, estaban asociados con una autorregulación más baja entre los adolescentes, es decir, con una menor capacidad de controlar las emociones, funciones cognitiva y comportamiento. Además, se analizan también datos sociodemográficos y condiciones de salud mental, entre otros factores.

Casi el 22% de los encuestados declaró que dormía menos de 7 horas por la noche durante la semana escolar, en contraste, con la recomendación de American Academy of Sleep Medicine, que aconseja dormir de 8 a 10 horas diarias a los adolescentes de 13 a 18 años para tener una salud y rendimiento óptimos.

Como resultado, esta investigación, publicada en Pediatrics, señala que el número de horas de sueño durante la semana escolar no afecta tanto a que los adolescentes tengan una baja autorregulación. En cambio, lo importante es saber cuándo duermen en relación con los ritmos circadianos naturales de su cuerpo.

Los investigadores descubrieron que los estudiantes que se van habitualmente tarde a la cama tienden a ser más somnolientos durante el día y tienen más problemas con la autorregulación, independientemente de cuántas horas hayan dormido.

Los aspectos emocionales y cognitivos de esta autorregulación suelen ser los más afectados, de ahí que estos adolescentes “transnochadores” suelan tener más problemas de memoria, ser más impulsivos, así como enfadarse y frustrarse con más facilidad. Owens señala que “conseguir que los adolescentes duerman lo suficiente y en la hora apropiada es necesario para que tengan una óptima autorregulación”.

Los calendarios escolares no tienen en cuenta los cambios en el reloj biológico de los adolescentes, según los investigadores

Por qué retrasar la hora de inicio de las clases

Los resultados de esta investigación respaldan la recomendación de American Academy of Pediatrics respecto a retrasar la hora de inicio de las clases, que sería las 8.30 horas o más tarde en el caso de las escuelas secundarias. De esta forma, pretenden adaptarse a la desviación natural del ritmo circadiano en adolescentes hacia el cronotipo nocturno.

Los investigadores advirtieron que los calendarios escolares no tienen en cuenta los cambios en el reloj biológico de los adolescentes, lo que les obliga a despertarse cuando ellos están en su nivel más bajo de alerta, lo que equivale a las 3 de la madrugada para un adulto. Además, pierden el sueño del movimiento ocular rápido (REM), el que se da en las primeras horas de la la mañana y resulta crítico para formar recuerdos y aprender nueva información.

Para llevar a cabo este estudio se han realizado 2.017 encuestas online a adolescentes de los cursos comprendidos entre 7º y 12º curso de 19 escuelas secundarias del condado de Fairfax, en Virginia (Estados Unidos). Cada estudiante rellenó cuestionarios sobre su hábito de sueño y respondió a preguntas sobre su autorregulación, que incluían cuestiones sobre aspectos cognitivos (como olvidar las instrucciones fácilmente), comportamiento (por ejemplo, ser impulsivo) y emocionales.

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