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Joven estudiante sigue una clase online.

Foto: Joven estudiante sigue una clase online.

Técnicas para ganarse a la clase

Ganarse a la clase y mantener la atención del grupo es fundamental para los profesores, tanto en clases presenciales como a través de la pantalla.

Todo profesor sabe que para poder dar un temario de una forma efectiva es clave contar con una clase motivada, atenta y participativa. Hay muchos docentes que tienen las técnicas para ganarse a la clase. Sin embargo, con la alerta sanitaria y el cierre de colegios e institutos, los métodos que antes valían ahora pierden efectividad cuando hablamos de un alumnado que sigue las clases a través de la pantalla de un ordenador o dispositivo electrónico. 

Cuáles son las técnicas para ganarse a la clase

Son muchos los profesores que han tenido que reinventarse, ya que las normas del juego han cambiado. Aunque la distancia física ha eliminado la agresividad respecto al profesor, todavía hay comportamientos nocivos que se repiten. Llanos Navarro, profesora con 19 años de experiencia, señala que las dificultades más frecuentes en lo relativo a la actitud de los alumnos son “la desmotivación, interrupciones constantes y faltas de respeto al profesor”. Y en la educación online también hay que mantenerlas controladas.

A preguntas como por qué los alumnos no me hacen caso, qué no debe hacer un profesor en clase o cómo controlar una clase conflictiva, damos respuesta a través de algunas de las prácticas para conseguir que los alumnos sigan aprendiendo y, lo que es más importante, se sientan acompañados en su aprendizaje.

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Ser flexible

No todos los alumnos cuentan con los mismos medios, ni tiene posibilidad de conectarse a un dispositivo a ciertas horas. Por ello, y en la medida de lo posible, la grabación de las clases que se imparten de forma online es fundamental para que todos los alumnos puedan acceder a ellas en otro momento del día. Volver a escuchar los temas dados les servirá también cuando quieran repasar o resolver dudas.

Aprendizaje simple y claro

Las dificultades técnicas impiden en muchas ocasiones un correcto desarrollo de la clase. A ello hay que añadirle que las distracciones cuando se tiene delante una pantalla de ordenador siempre son mayores. Por ello, cuanto más clara y simple sea la explicación mucho mejor para el alumno. Si hay una conexión múltiple pediremos al alumnado que silencie el micrófono, con el fin de evitar que hable todo el mundo al mismo tiempo. Lo ideal es dar paso al alumno que lo pida mediante chat o bien establecer un momento individualizado para contestar dudas.

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Recursos para el alumno

Los profesores pueden ayudarse de recursos para mantener la atención al alumno. Mejor que una larga explicación es introducir un vídeo o cualquier otro recurso que sirva para despertar el interés del alumnado. Asimismo, utilizar tonos de voz distintos, gastar una broma en un momento dado o pedir a alguien del alumnado que dé una respuesta a través del chat son fórmulas que ayudan a mantener la concentración.

Contenido corto y de calidad

Aunque la capacidad de mantener la atención varía con respecto a la edad y el interés del alumno, lo cierto es que es más que probable que los estudiantes se desconcentren si las clases online son demasiado largas. El contenido debe estar concentrado y ser de calidad para intentar que el alumno mantenga su interés el máximo tiempo posible. 

No dejar a nadie atrás

El ritmo al que avanza la clase tiene que ser lo más uniforme posible. A la hora de resolver dudas el docente tendrá que centrarse en los alumnos que presentan una mayor dificultad de aprendizaje, pero teniendo en cuenta que los mejores estudiantes tienen también dudas de mayor complejidad que tienen que ser resueltas. Puede resultar una buena idea grabar un vídeo de dudas si detectamos que hay varios estudiantes que se muestran inseguros en un determinado tema en vez de contestar cada consulta de forma individual.

Mantén al líder de tu parte

Vicente Lloret, profesor de fontanería con más de 17 años de experiencia en formación con adolescentes, señalaba con anterioridad a aprendemas.com que una de las herramientas más importantes que puede usar un profesor para contar con una clase motivada y tranquila es tener al líder de su parte. “Hay que llevártelo a tu terreno y que no esté enfrentado a ti. Tienes que hacer lo que tú quieres, pero contando con ella o él”, señala. Esta técnica también es válida para las clases online. 

¿Alumnos desmotivados?

Para muchos docentes es difícil lidiar con estas dificultades en un sistema que ha quitado al alumno incentivos para estudiar y una familia “que consiente todo”. Pero la realidad es que hay que dar clase, y tener al alumnado lo más tranquilo y atento posible redunda en beneficio de todos. Para algunos la solución es clara: mano dura. Defienden posturas que ponen el acento en la autoridad del profesor, el cumplimiento de sus normas y el castigo. 

Otros, en línea con el espíritu de las leyes actuales, sostienen que hay que tratar a los alumnos con diálogo, repartir la responsabilidad del aprendizaje y trabajar las habilidades sociales. Ciertamente, muchos de los profesores en activo consultados por aprendemas.com, en especial los de 2º curso de la ESO, ven esta opción como algo utópica dada la realidad de los alumnos, y del sistema.

Para Llanos Navarro se trata de buscar un punto medio: “Es importante mantener una actitud firme en algunos momentos y si un profesor es demasiado pusilánime tendrá dificultades para mantener el orden. Pero por otro lado, hay que ser receptivo a las carencias y necesidades de los alumnos, sintonizar con ellos, a la vez que se mantienen claros los diferentes roles en el aula. Es un equilibrio difícil”. Lograrlo, según Navarro, “depende del carácter del profesor o profesora, su experiencia, y también es fundamental la formación”.

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Prevenir, mejor que curar

El consultor educativo Budd Churchward, afirma en su libro ‘The Honor Level System: Discipline by Design’ que un error frecuente es no valorar previamente el nivel de disciplina de un alumno, o de un grupo. “Al igual que primero valoramos el nivel de un alumno en matemáticas o en lengua, debemos valorar su nivel en cuanto a disciplina y tratarlo en consecuencia”.

Para Churchward no se trata de elegir entre la opción “mano de hierro” o “participación y diálogo”, sino que cada grado de esta escala es válido para un perfil de niño o adolescente, o un grupo. Para ello, Churchward define los diferentes niveles de disciplina de los alumnos como:
– recalcitrante (el más indisciplinado)
– comportamiento egoísta
– disciplina interpersonal (la acepta pero hay que estar detrás)
– auto disciplina.

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Consejos para evitar que la clase pierda respeto al profesor

Normas claras

Algo compartido por la mayoría de profesores es que el primer día hay que poner las normas claras, sin importar las que tuvieran en el curso anterior. “Yo soy yo, y estas son mis normas. A veces se pueden discutir las cosas, pero una vez fijadas deben quedar claras”, comentó anteriormente en entrevista a aprendemas.com Inmaculada Bonal, maestra con años de experiencia. “Por ejemplo, para levantarse hay que levantar la mano, y nadie puede levantarse sin mi permiso”

Cumplir las advertencias y evitar la arbitrariedad

Cuando un profesor amenaza con un castigo, si el comportamiento sigue, debe actuar y ser consecuente. Si no, las siguientes amenazas perderán su efecto. “Siempre hay que cumplir las advertencias, como ‘te escribiré una nota para que la firmen tus padres’ o ‘te pondré una amonestación’”comenta Llanos Navarro.

Autoridad

La mayoría de los profesores coinciden en que los chavales deben tener claro siempre que el profesor tiene la autoridad. Las cuestiones de la disciplina deben enfocarse principalmente desde la autoridad del profesor. La autoridad disciplinaria ‘se lleva dentro’. El profesor que cuenta con dicha cualidad está muy bien protegido, y si un profesor se da cuenta de que le falta la dimensión instrumental de la autoridad debe esforzarse en suplirla como sea.

Pero no hay que olvidar que ser la autoridad no significa comportarse como un sargento, ni hablar a gritos, sino tomar decisiones y mostrar que se tiene la última palabra. Una forma “clásica” de mostrarlo son las calificaciones. Un profesor de secundaria durante más de 14 años, comenta a aprendemas que “tuvimos un alumno que era muy follonero, además de corpulento, y no se corregía de ninguna manera. Mi táctica fue sencilla: al final de la 1ª evaluación le daba la media 4´9 y le suspendí. Llegué a arrepentirme, pero ya era demasiado tarde para cambiarle la nota. A la larga aquello me fue de maravilla y no volví a tener problemas con él”.

Por otro lado, hay que llevar cuidado de que el espacio de la clase no se convierta en un campo de batalla. No se debe considerar al alumnado como ‘el enemigo’, porque en la batallas siempre hay heridos. No hay que “luchar” en el aula, hay que hacer un camino juntos, en el cual el profesorado ayuda a guiar y conducir.

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Pactar a través del líder

Los profesores solventes en la tarea de llevar las riendas de la clase suelen localizar al líder y buscar la forma de tenerlo de su parte. “Te das cuenta porque siempre es el primero que abre la boca o el más chulito”, comenta Verónica González, maestra cien por cien vocacional con varios años de experiencia. “Y te tienes que hacer con él como sea. En cierto modo hacerte amigo suyo, aunque sin perder la autoridad. Entonces cada cosa que quieras de la clase, si el líder te apoya, será mucho más fácil”. Pero, ¿cómo consigues eso? “Pues empatizando con él, hablando con él, pasando tiempo, preguntándole por sus cosas, por la música…, dándole responsabilidades en clase, que sea tu ayudante, el delegado, o cosas así. Cuando quieres poner orden él te ayuda, o si te ve molesto a veces el primero en poner orden es él”.

La clase bien preparada

Otra de las pautas para ganarse a los alumnos es llegar al aula con la clase muy bien preparadaEl consultor Budd Churchward ofrece consejos más que pueden ser útiles para generar un ambiente de clase disciplinada y en calma. Por ejemplo:

Mensajes en positivo. A la hora de comunicarse con los alumnos, Churchward defiende que no debe hacerse en términos de “no hagas esto”, sino de “quiero que hagas esto”.

– Nivel mínimo de intervención. Se trata de, ante una reprimenda, intentar evitar una escalada verbal. Por eso la “reprimenda” o la censura de un comportamiento, según Churchward, debe hacerse al nivel más bajo posible. Por otro lado, ante un alumno disruptor (interrumpe, habla, molesta a los demás) se debe estar paseando por la clase y vigilante, y en cuanto se vea un signo de que el alumno empezará a llamar la atención, el profesor se acerca a él sigilosamente y le reprende de la forma menos llamativa posible, intentando que el resto de la clase no se entere. Hay que intentar que el alumno no tenga la satisfacción de convertirse en el centro de atención.

– Avanzar lo que pasará. Para este autor, otra técnica es anticipar a los alumnos lo que sucederá en la clase, mostrando que está todo planeado, y además diciéndoles que al final tendrán unos minutos para hablar entre ellos y comentar cosas de la lección. En cada interrupción por su parte se recuerda a los chavales que si hacen perder tiempo al profesor, son ellos los que perderán el tiempo de hablar con libertad al final. 

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Cuando ya tienes el problema

En ocasiones las pautas de prevención no funcionan con algunos alumnos. No hay que olvidar que la enseñanza secundaria en España es obligatoria, una de las principales quejas de los docentes y personal directivo de centros, por lo que casi todos los profesores tienen en clase alumnos con total desinterés que sin embargo no tiene otra opción que seguir en el centro. Algunas de las respuestas que recomiendan los expertos son las siguientes.

1. Falta de motivación. “

Recuerdo una situación de falta de motivación hacia una asignatura, comenta Manel Güell: La solución fue investigar qué les motivaba fuera del centro educativo. Después diseñé trabajos de la asignatura relacionados con sus centros de motivación y se entregaron totalmente, con propuestas creativas y muy interesantes. Por ejemplo analizar las principales actitudes y teorías éticas a partir de los valores que definían las canciones de sus cantantes o bien filmar en video pequeños cortos, con argumento, sobre algunos temas filosóficos”.

2. Utilidad del aprendizaje

Otra estrategia para motivar es que los alumnos entiendan la utilidad en su vida de lo que deben aprender. Vicente Lloret nos cuenta que “un día estaba comenzando una lección de matemáticas, y un alumno preguntó en voz alta para qué servían las matemáticas para ser fontanero. Enseguida empezaron a quejarse otros, así que les dije, ante la algarabía general, que nos saltábamos el tema, sabiendo lo que pasaría más adelante. Todos lo celebraron.

Dos meses después tocó una práctica y los alumnos descubrieron que no sabían calcular partes de la instalación, o no sabían hacer una factura, ni calcular, por ejemplo, el IVA que debían cobrar. En ese momento dije que retomaríamos el tema de matemáticas y todos lo aceptaron sin rechistar”.

3. Acoso escolar. 

El acoso de unos alumnos a otros o bullying es un fenómeno que ha crecido en los últimos años. Llanos Navarro nos comenta este caso, acerca de una exalumna. “Lo primero es hablar con la víctima para que pierda el miedo a sus agresoras, para que las denuncie. Nosotros la convencimos de que, una vez las hubiera denunciado, estaría a salvo, porque iniciaríamos un protocolo oficial que no permitiría a las acosadoras seguir con su actitud. La chica lo contó todo, hablamos con los padres de todas e incluso se puso la denuncia pertinente. No se puede frivolizar con estos temas, hay que actuar con contundencia enseguida. El acoso cesó, las acosadoras fueron sancionadas hasta donde le permite la ley a un centro de educación y, por lo demás, el caso quedó en manos de la policía judicial”.

4. Agresividad hacia el profesor.

En ocasiones un alumno con un comportamiento extremo puede agredir al profesor. El consejo más habitual es hacer todo lo posible por no devolver la agresión al alumno, ya que es un menor y el profesor puede tener problemas legales.

5. Autoaislamiento.

Vicente Lloret nos comenta “una cosa que me funciona muy bien con los alumnos que no participan es lo que yo llamo la mesa redonda. En vez de dar una clase en la que yo hablo y ellos escuchan, los siento en círculo, que se vean unos a otros, y les lanzo problemas. ¿Cómo solucionaríais esto? Obviamente los alumnos más lanzados son los primeros en participar, pero poco a poco el ambiente se anima y he comprobado que así, los que nunca preguntan ni responden en la clase tradicional, acaban participando”.

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Son necesarios cambios en el sistema

El hecho de repasar pautas de prevención o actuación para mantener la disciplina en clase no quiere decir que todo el peso deba recaer en el docente. La mayoría de los profesores, maestros y personal directivo de centros en España coinciden en que en los últimos años se han dado cambios normativos y de organización que han puesto más difícil mantener el orden en clase y, por lo tanto, el aprendizaje. A esto hay que añadir que el alumno viene de casa con una cultura de disciplina y esfuerzo bajo mínimos.

Entre las propuestas de cambio que pueden escucharse están las siguientes: 

– disminuir las ratios
– reformar los mecanismos que permiten que un alumno pase de curso sin aprobar una mayoría de asignaturas
– ofrecer otras opciones a los adolescentes que tienen claro que no quieren adaptarse al sistema educativo tradicional. 

Como comenta Mari Llanos Navarro, “no hay que abandonarlos a su suerte, obligándolos a permanecer en un aula seis horas al día, sino proporcionarles algún programa de carácter más práctico, que les sea útil, al tiempo que les forma de una manera más amena, mientras maduran y deciden si de verdad desean abandonar el sistema educativo”.

Actitud de los padres

Y por supuesto, aparecen propuestas sobre uno de los problemas más difíciles de solucionar: la actitud de los padres, ya que muchos docentes se quejan de que actualmente, “además de que el alumno viene desmotivado y responde mal a la autoridad porque se ha acostumbrado así en casa, la mayoría de los padres, ante un conflicto, se ponen de su lado”. Manel Güell propone “crear una verdadera escuela de padres, de modo sistemático, que insistiera tanto en la formación de los padres como en la colaboración entre padres, profesorado y alumnado en el proceso educativo, en las actividades del centro, y en el diseño de normas internas”.

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