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Los apuntes del profesor no mejoran el rendimiento de los alumnos

Los apuntes del profesor no mejoran el rendimiento de los alumnos

Pedir las diapositivas al profesor es lo más fácil, pero puede que no sea la mejor forma de aprender la lección.

Frases como “la presentación estará colgada en mi página web” o “Darme vuestros correos y os enviaré el Power Point” se han convertido en habituales en charlas y congresos. A fin de cuentas, los oradores quieren una audiencia atenta a sus palabras, no dedicada de forma exclusiva a tomar notas y copiar lo que ven en la pantalla.  Algo que parece lógico y beneficioso puede no serlo tanto cuando se aplica al ámbito lectivo.

Dejar a los alumnos los apuntes y presentaciones del profesor no tiene efectos positivos en su aprendizaje con carácter general, más bien lo contrario. La calidad de la presentación, la rapidez con la que el profesor salte de una diapositiva a otra o la propia asignatura juegan un papel importante en esta tendencia. Así, por ejemplo, parece lógico que un profesor de estadística les de las ecuaciones a los alumnos al terminar la clase. La realidad es otra y casi siempre será mejor la ecuación anotada por el propio alumno en clase.

Un estudio llegado a cabo por la Universidad de Duke en 2007 y otro de la Universidad de Wisconsin-Green Bay en 2016 determinaron que los estudiantes con acceso a las presentaciones tienden a hacerlo peor en los exámenes y que no presentan un mejor aprendizaje. A estos se añade otra investigación, también de la Universidad de Wisconsis, que certificaba esa misma tendencia en diferentes asignaturas y con estilos de aprendizaje diferentes.

El problema de dar los apuntes a los alumnos es que tomarán menos notas durante la clase. El hecho de tomar apuntes ayuda al cerebro a asimilar mejor la información pero además tiene otros efectos menos directos. El primero es que obliga a los estudiantes a preparar mejor los exámenes y dedicar más tiempo al estudio. El motivo es que deberán pasar a limpio o, por lo menos, ordenar esas ideas que han ido apuntando y lo ideal será hacerlo de forma gradual. Además, no contar con los apuntes del profesor tiene un efecto añadido: se crea más incertidumbre sobre lo que puede y no puede ‘caer’ en el examen. Con los apuntes en mano, la flexibilidad del docente es mucho menor.

La alternativa a dar los apuntes pasa por crear mejores presentaciones que reduzcan la carga cognitiva que deben realizar los alumnos y darles suficiente tiempo para asimilar la información y tomar notas. Y por supuesto, enseñar a los estudiantes a tomar mejores apuntes y a prestar más atención.