Los niños aprenden una gran cantidad de palabras en sus primeros años, pasando de saber pocas palabras a los dos años a utilizar miles cuando tienen cinco. Para conocer cómo son capaces de esta prodigiosa hazaña se han llevado a cabo innumerables experimentos en los últimos años. En uno de los más recientes, investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania, han encontrado respuestas a través de un modelo que explica cómo los pequeños integran la información durante el aprendizaje de palabras.
Los científicos han comprobado que los niños usan la información que ya poseen para aprender nuevas palabras. Por ejemplo, si se les muestra un objeto que ya conocen, como una taza, así como otro objeto que nunca han visto antes, generalmente pensarán que el nuevo objeto va a estar asociado a una palabra que nunca antes han escuchado. Además, los niños recuerdan interacciones pasadas con otros hablantes para averiguar de qué es probable que hablen a continuación.
Múltiples fuentes de información
“En el mundo real los niños aprenden palabras en entornos sociales complejos, en los que hay diferentes tipos de información disponible. Por ello, deben utilizar su conocimiento de las palabras mientras interactúan con otros hablantes. El aprendizaje de palabras siempre requiere la integración de múltiples fuentes de información diferentes”, señala Manuel Bohn, uno de los autores de la investigación.
En este sentido, otro estudio del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y la Universidad de Stanford ha abordado diferentes experimentos para medir la sensibilidad de los niños a diferentes fuentes de información. Para ello se utilizó un modelo cognitivo que detalla la forma en que se integra esta información.
El modelo planteado es como un programa computacional. Se ingresa la sensibilidad de los niños a diferente información, se mide en experimentos separados, y luego el programa simula lo que debería suceder si esas fuentes de información se combinan. Así, el modelo muestra predicciones de lo que sucedería en situaciones hipotéticas en las que todas las fuentes de información están disponibles.
Perspectiva matemática
Posteriormente, los investigadores convirtieron estas situaciones hipotéticas en experimentos reales y recopilaron datos con niños de dos a cinco años para probar si las predicciones del modelo estaban alineadas con los datos del mundo real. Los resultados han demostrado que las predicciones se ajustaron al comportamiento real de los niños, lo que pone a los científicos más cerca de comprender cómo los niños aprenden el lenguaje desde una perspectiva matemática.
El algoritmo que procesa las diferentes fuentes de información y las integra está inspirado en décadas de investigación en filosofía, psicología del desarrollo y lingüística. Así, el estudio plantea que a la hora de aprender un idioma el niño intenta averiguar qué quiere decir el hablante y cuál es su intención. Y las diferentes fuentes de información están relacionadas con esta intención subyacente que proporciona una forma natural de integrarlas.
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Modelo de integración racional
Además, el modelo especifica los cambios que suceden a medida que los niños crecen, ya que se vuelven más sensibles a las fuentes de información individuales, aunque el proceso de razonamiento sigue siendo el mismo.
Con los resultados obtenidos los científicos han concluido que, hasta el momento, la mejor explicación del comportamiento de los niños en el proceso de aprendizaje del lenguaje es el modelo de integración racional. Los próximos pasos en este programa de investigación serán probar la solidez de este modelo teórico.