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La fascinación por el estatus social comienza a los 5 años

La fascinación por el estatus social comienza a los 5 años

A los cinco años un niño todavía no ha comenzado la educación primaria, pero según los expertos ya está preocupado por mantener una buena reputación.

Los niños de cinco años no tienen conciencia del poder de las redes sociales y, sin embargo, se preocupan por qué piensan los demás de ellos, llegando a tomar conciencia de que sus acciones determinan la opinión que tienen de ellos las personas que les rodean. La fascinación por el estatus social comienza, según los psicólogos, en torno a esta edad, cuando los pequeños comienzan a considerar cómo les ven los otros y empiezan a preocuparse por su propia reputación.

Alex Shaw, profesor de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Chicago, considera interesante saber en qué momento se construye la propiedad identidad y el tipo de estrategias que usamos para presentarnos en sociedad. Los estudios determinan que los comportamientos de autopresentación que tienen los adultos aparecen a una edad más temprana de lo considerado hasta el momento, con teorías que centraban la aparición de estrategias de reputación en torno a los nueve años.

La investigación realizada por la Universidad de Chicago y Wharton School of Business de la Universidad de Pensilvania concluye que los niños quieren ser aceptados por aquellos a quienes admiran. Las experiencias interactivas como compartir juguetes o trabajar en equipo son excelentes oportunidades para aprender en qué consiste tener una reputación positiva y las estrategias necesarias para conseguirla.

Los niños de cinco años no solo son conscientes de su reputación, sino que son capaces de comportarse estratégicamente y variar su comportamiento dependiendo de con quién se relacionan y en qué contexto con el fin de ofrecer una excelente imagen exterior. Por tanto, son capaces de variar su comportamiento para obtener la aprobación de quienes le están observando. Aunque carecen del amplio registro que tienen los adultos para crear una buena impresión en los demás, utilizan determinados rasgos como la valentía o el inconformismo porque saben que resultan socialmente aceptados y valorados.

En este sentido, el estudio, publicado por la revista Trends in Cognitive Science, concluye que los pequeños son más generosos si se sienten observados por alguien con quien después saben que tendrán que interactuar que con un desconocido. En otro de los experimentos, los investigadores seleccionaron aleatoriamente a un grupo de niños de una clase y les transmitieron que tenían una excelente reputación de cara al resto de compañeros. El estudio demostró que estos niños tendían a hacer menos trampas que el resto en el desarrollo de cualquier actividad, lo que implica que los pequeños son capaces de gestionar su prestigio.

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