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La inteligencia emocional es la capacidad que tiene una persona para reconocer sus propias emociones y las de los demás.

Foto: La inteligencia emocional es la capacidad que tiene una persona para reconocer sus propias emociones y las de los demás.

La educación emocional, una tarea que atañe a padres y profesores

Ayudarles a controlar sus impulsos, promover una adecuada autoestima y favorecer el desarrollo de la empatía, claves en el desarrollo de la inteligencia emocional.

Se habla mucho de la inteligencia emocional, pero ¿sabemos realmente qué es? Y más importante aún, ¿cómo pueden los padres y profesores contribuir a que los niños y adolescentes de hoy sean emocionalmente inteligentes en el futuro?

Con motivo del Día Internacional del Niño, que tuvo lugar ayer 20 de noviembre, British Council School ha editado la guía “La inteligencia emocional en la educación de los niños. Niños emocionalmente inteligentes”, escrita por Claudia Jaime-Xibixell, una psicóloga y orientadora infantil del Colegio Británico. Padres y colegios ya pueden descargarse de forma gratuita esta guía, con la que podrán aprender más sobre este tipo de inteligencia humana.

Hablando de inteligencia emocional, Daniel Goleman la definió en 1998 como “tener la capacidad para reconocer nuestros propios sentimientos y los de otros, para automotivarnos y para manejar adecuadamente nuestras emociones y nuestras relaciones”.

La educación emocional se debe trabajar en familia y también en las aulas, según la autora

Esta guía pone de manifiesto los beneficios de trabajar la autoestima, el autocontrol, la motivación, la empatía y las habilidades sociales cuando educamos a los niños, aptitudes y capacidades que les ayudarán a ser emocionalmente inteligentes en el futuro. La autora considera que “aunque la educación emocional siempre se relaciona con las familias es importante que se trabaje también desde las aulas, ya que los niños pasan muchas horas al día en los colegios, que es donde más se relacionan”.

Cómo ayudarles a ser emocionalmente inteligentes

Padres y profesores deben aunar esfuerzos con el objetivo de desarrollar la inteligencia emocional de los niños y adolescentes. Para lograrlo, es importante promover una adecuada autoestima, es decir, “aquella que nos hace sentir seguros y a gusto con quienes somos”. La autoestima se adquiere en los primeros momentos de la vida mediante la valoración de los padres hacia sus hijos y es en el colegio donde se refuerza con los logros que van obteniendo. Así, “la autoestima es el punto de anclaje para desarrollar actitudes solidarias hacia los demás, así como valores”.

Además, hay que favorecer la autonomía personal, o tal y como dice esta guía, “ayudar al niño a tener una conciencia de sí mismo que le permita construir una personalidad estable y sana”. En este proceso es importante que aprenda a tolerar la frustración, lo que le llevará a barajar alternativas para conseguir sus objetivos y a aprender a esperar.

Tanto padres como profesores deben ayudar a los niños y adolescentes a controlar sus impulsos. Hay que enseñarles los beneficios de la paciencia y la espera, que les pueden evitar problemas que les conducirían a castigos. En este caso, tal y como dice la guía, “un niño emocionalmente inteligente será aquel que aprenda que el comportamiento sancionado no se debe repetir por las consecuencias que acarrea a otras personas y a sí mismo».

En el desarrollo de la inteligencia emocional cumple un papel fundamental la empatía, que se define como “la capacidad para ponernos en el lugar del otro y desde ahí comprender a los demás y poder ayudarles de una forma generosa y altruista”. Los padres y profesores deben favorecer el desarrollo de la empatía al igual que las habilidades sociales, capacidades que pueden ayudar a disminuir la tendencia a tener comportamientos o actitudes agresivas que llevan al acoso escolar.

Progenitores y educadores pueden ayudar a los niños y adolescentes a afrontar los hechos de la vida si les enseñan estrategias para resolver de forma constructiva los conflictos que les puedan surgir, como por ejemplo, mostrarles cómo “interpretar lo que está pasando desde la serenidad y no desde el enfado, la tristeza o la desproporción”.

Esta guía señala que “la mejor manera de ayudarles a establecer una adecuada comunicación de sus emociones, sentimientos y pensamientos es conseguir transmitirles una clara actitud de que nos interesa lo que él está diciendo.” Por ello, es necesario promover la escucha activa y la atención positiva. Y por supuesto, tampoco hay que olvidar promover las ganas de aprender y conseguir logros entre los niños y adolescentes, en definitiva, motivarles.

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