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Madre sujetando a su bebé.

Foto: Madre sujetando a su bebé.

Hablamos a los bebés de forma parecida en 36 idiomas distintos según la Universidad de York y de Aarhus

La forma en la que hablamos a los bebés es parecida nada menos que en 36 idiomas distintos, según las universidades de York y Aarhus.

Ese habla espontánea, automática e intuitiva con la que nos dirigimos a los bebés, que tiene un tono melódico más agudo y un ritmo más lento, se ha estudiado durante décadas para comprender por qué los humanos se comunican así con los niños pequeños y cómo podría afectar al desarrollo infantil.

Las universidades de York y Aarhus, en colaboración con la Universidad de California, han ido un paso más allá. El objetivo era comprobar si esa forma de hablar tenía similitudes en varios idiomas, y si va cambiando a medida que aumenta la comprensión del niño sobre el lenguaje y el habla.

Para realizar la investigación, cuyas conclusiones se han publicado en la revista Nature Human Behavior, se examinaron los estudios previos que investigan las propiedades del sonido que utilizan los adultos. Los investigadores descubrieron que determinados aspectos de la forma de hablar al bebé, como el tono, la melodía y la articulación del idioma tienen las mismas características en la mayoría de los idiomas europeos.

La mayor diferencia se encuentra en cuánto exageran los adultos los sonidos de las vocales.

Christopher Cox, director del estudio y estudiante de doctorado en el Departamento de Lenguaje y Ciencias Lingüísticas de la Universidad de York y del Departamento de Lingüística y Ciencias Cognitivas de la Universidad de Aarthus, afirma que “usamos un tono más alto, con frases más melodiosas y un tono más lento” cuando hablamos con los bebés en comparación con lo que hacemos cuando hablamos con un adulto.

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Exageración de las vocales

En inglés, los adultos suelen exagerar la diferencia en los sonidos de las vocales cuando se dirigen a los bebés, pero esto no ocurre en otros idiomas europeos. Por ello, la investigación necesita completarse con comparaciones orientadas a otros idiomas no occidentales, que no han tenido cabida en el estudio.

La investigación efectuada también muestra que el tono con el que hablamos a los bebés cambia a lo largo del tiempo y a medida que los bebés adquieren una mejor comprensión del lenguaje y comienza a hablar. Cuando este ocurre, características como el tono y la velocidad van cambiando, aunque otras, como hablar de manera melódica y más alto de lo habitual, así como las vocales exageradas, aún continúan en las primeras etapas de la vida.

Los investigadores señalan que esta forma de hablar permite brindar una retroalimentación dinámica y personalizada a las vocalizaciones de los bebés y reaccionar a las necesidades de desarrollo del niño, que se encuentra en plena evolución.

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