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Niña haciendo ejercicios de matemáticas. | Greg Rosenke vía Unsplash

Foto: Niña haciendo ejercicios de matemáticas. | Greg Rosenke vía Unsplash

Elogiar la inteligencia de los hijos puede influir de forma negativa en su rendimiento matemático según la Universidad de Georgia

Un elogio acerca de la inteligencia no es la mejor fórmula para motivar a un hijo en las tareas matemáticas, según señala un reciente estudio.

“¡Qué inteligente eres!”. Esta frase, aparentemente motivadora, puede hacer más daño que bien al rendimiento matemático de un niño, según un estudio de la Universidad de Georgia. Los científicos aseguran que animar a los niños con respuestas relacionadas con sus rasgos personales o habilidades innatas puede hacer que disminuya su motivación con respecto a las tareas matemáticas, e incluso sus logros con el paso del tiempo.

Mejor «trabajaste muy duro»

La conclusión de los científicos se refiere a los padres que relacionan el desempeño de sus hijos en matemáticas con atributos personales como la inteligencia, tanto si son los que afirman “¡qué inteligente eres!”, como si son de los que apuntan que “las matemáticas no son lo tuyo”. Por el contrario, los padres que relacionan las acciones de sus hijos, como el esfuerzo o el uso de estrategias, con su desempeño, podrían estar ayudándoles en el proceso. Es el caso de los progenitores que animan diciendo “trabajaste muy duro” o “¿qué podría ser útil la próxima vez que tengas un examen de matemáticas?”.

Los científicos aseguran que el elogio centrado en la persona puede hacer disminuir la motivación de los estudiantes cuando se encuentran con los desafíos propios de las tareas matemáticas. Si a un niño se le asegura que es muy inteligente, puede que piense que esta concepción de los demás es errónea. Y tampoco resulta conveniente la reflexión de que las matemáticas se le dan bien a unas personas y a otras no.

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Ansiedad y recomendaciones

Para realizar el estudio se pidió a 500 padres que informaran sobre cómo responden al rendimiento matemático de sus hijos, al tiempo que se midieron factores como motivación y rendimiento en esta asignatura durante un año. El estudio determinó que los niños que recibieron más apreciaciones sobre sus rasgos personales, en particular los relacionados con el fracaso, esquivaban los problemas matemáticos más difíciles, además de presentar niveles más altos de ansiedad y obtener puntuaciones más bajas en pruebas de rendimiento matemático.

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Los científicos aseguran que expresar que una persona está hecha o no para las matemáticas no aporta beneficio alguno, porque si eres estudiante y comienzas a presentar dificultades pensarás que no eres una persona matemática. En este sentido, los investigadores recomiendan a los padres convencerse de que el rendimiento en matemáticas se puede mejorar y que el fracaso es una oportunidad para aprender.

Muchos padres elogian las características individuales de sus hijos como forma de estímulo, pero centrarse menos en su desempeño y más en su estrategia lograría aumentar de forma más efectiva la motivación. Se trataría de decir “¿por qué crees que pasó eso?” en vez de “las matemáticas no son lo tuyo”.

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