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Portrait of Little asian girl playing in her home

Foto: Portrait of Little asian girl playing in her home

Un estudio pone en valor el método japonés Mimamoru de la no intervención en los conflictos de los niños

En esta estrategia, conocida como ‘enseñar observando’, los profesores permiten que los niños manejen por sí mismos los conflictos.

El modelo educativo japonés es uno de los más prestigiosos del mundo y se caracteriza, entre otros aspectos, por su eficiencia a la hora de educar a los estudiantes a través del trabajo en equipo y de la meritocracia.

Una de las técnicas empleadas por muchos docentes en este país asiático es la de no intervención o ‘enseñar observando’, que en japonés se conoce como mimamoru, que es un acrónimo de las palabras japonesas ‘mi’, que significa vigilar, y ‘mamoru’, que significa proteger.

A través de esta estrategia educativa, los adultos, y más concretamente los docentes de las escuelas japonesas, permiten de forma intencional que los escolares manejen los conflictos y problemas por sí mismos, de tal forma que se promueva su aprendizaje a través de la exploración y de las acciones voluntarias.

Esta estrategia educativa está estrechamente vinculada a las prácticas de socialización japonesas en el hogar y en la escuela, donde es una norma para los adultos, esperar a que los niños respondan por sí mismos a los problemas.

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El estudio propone exportar el método japonés a otros países

Ahora, un estudio de la Universidad de Hiroshima plantea la posibilidad de exportar a otros países del mundo esta estrategia educativa que ha cosechado tantos éxitos en la comunidad escolar de Japón.

En esta investigación se examinó a fondo el enfoque de no intervención de las escuelas japonesas cuando los escolares entran en un conflicto, y demostró que podría crear oportunidades para la autonomía y para fomentar la propiedad de las soluciones.

Y es que, según los autores de este estudio, intervenir y juzgar el comportamiento de los niños puede convertirlos inadvertidamente en buenos y malos, lo que afectaría negativamente a las relaciones entre ellos.

El estudio señala, además, que permitir que los niños experimenten una sensación de dolor físico o de culpa, pueden convertirse en una oportunidad de enseñanza de que las peleas físicas no resuelven ningún problema.

Aunque también matiza que, «observar» no significa que los adultos ignoren la seguridad de los niños, pues los educadores japoneses intervienen cuando el riesgo de daño físico causado por las peleas es mayor que el beneficio para que los escolares aprendan.

Los investigadores que elaboraron este estudio aseguraron que los conocimientos extraídos de la exploración de esta estrategia educativa podrían proporcionar a los educadores nuevas perspectivas sobre las prácticas disciplinarias, particularmente, en países donde se prioriza la intervención directa con los escolares.

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Las tres características del mimamoru

Los educadores japoneses y estadounidenses que colaboraron en esta investigación destacaron las tres características principales de mimamoru.

Una de ellas es la intervención mínima temporal para reducir el riesgo inmediato de daño físico. La segunda es no intervenir o mantenerse al margen de la pelea para alentar a los niños a resolver su problema.

Y la tercera característica de esta estrategia educativa es la no presencia, o dejar a los niños solos, una vez que se determina que pueden resolver su dilema sin el apoyo de un adulto.

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