Por Ana Rosa Maza
¿Cuándo dejaste de ver una pistola láser o un coche de carreras en objetos como un secador o una escoba? La undécima edición de El Chupete, Festival Internacional de Comunicación Infantil, ha sido un escaparate de propuestas sobre el origen de la creatividad. Un ejemplo de cómo desde la comunicación, la educación, la tecnología, la música o la literatura se puede cuidar, incentivar y potenciar la creatividad en los niños.
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Durante los pasados 8 y 9 de julio, los antiguos Cines Callao (Callao City Lights) han acogido a educadores, publicistas, escritores, profesores, periodistas, músicos y así hasta casi una treintena de creadores que han compartido sus experiencias y proyectos poniendo el foco en la mirada de los más pequeños. También ha sido un foro en el que se han reivindicado algunos retos que como sociedad tenemos en lo que se refiere a la educación de la infancia.
El papel que el sector educativo debería jugar en la potenciación de la creatividad en los niños y los más jóvenes se advierte fundamental, pero todavía persiste una realidad que se refleja en la frase que Sir Ken Robinson pronunció ya hace unos años “las escuelas matan la creatividad”. La ponencia que encabezó la pedagoga Mar Romera, presidenta de la Asociación Francesco Tonucci, invitó a los presentes a reflexionar sobre la escuela de hoy. Un sistema educativo que, a su juicio, sigue anclado en la máxima de “las cosas son como son y no se pueden cambiar”, con un currículo “trasnochado, antiguo, retrogrado, triste, aburrido, estúpido y muchas cosas más”. Durante su conferencia, Romera hizo hincapié en la necesidad de escuchar a los niños y atender sus inquietudes, estando abiertos a sus propuestas; la creatividad fluirá “en el momento que aprendamos y busquemos alternativas diferentes”.
La pedagoga hizo un llamamiento a toda la ciudadanía, “necesitamos ayuda, porque el sector educativo solo no puede. La única salida está en la educación y la clave y la responsabilidad la tenemos nosotros”. En conversación con aprendemas.com insistió en la necesidad de estar todos juntos para cuidar y proteger a la infancia, teniendo como punto de partida la Convención de los Derechos de los Niños, entre los que se encuentran el derecho al juego, el derecho a opinar sobre aquellos aspectos que le incumben y tienen derecho a una autonomía.
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Esto exige, según Romera, revisar lo establecido y abandonar una propuesta, en su mayoría cortoplacista y que funciona a golpe de elección, para comenzar a construir un sistema en el que los niños importen. “Tenemos un sistema educativo que no responde a las necesidades de los niños sino a lo que los adultos piensan que los niños necesitan. Hemos construido una escuela al margen de los niños. Yo quiero un sistema inclusivo, que atienda la diversidad, que se base en fortalezas y talentos, y no en estadísticas de reválida”, explica, matizando que no es una crítica a la LOMCE -“qué también”-, sino a todas las que la precedieron.
Mar Romera plantea una revisión urgente del sistema educativo actual desde la colectividad. “Nuestro sistema educativo no tiene en cuenta ni modelos ni innovaciones. Tal y como afirma un compañero, Javier Romero, el modelo puede ser Finlandia pero la filosofía es África, y es que hace falta crear tribus en la educación”. Demanda así un mayor sentimiento de pertenencia al grupo, porque el que “todos los sectores de la sociedad asuman su responsabilidad con la infancia” y en la reconstrucción de la escuela. “Debemos sentir que los hijos de los demás también son nuestra responsabilidad”, afirma. De esta forma si una familia participa en la escuela, que lo haga porque quiere mejorar el bienestar de la infancia, véase aportar a la comunidad, y no sólo colaborar en la fiesta de fin de curso de su hija.
Desde la perspectiva de la inteligencia emocional y las inteligencias múltiples, la idea de escuela que propone Romera no puede ser otra que aquella en se conecten los dos hemisferios, en la que la razón y la emoción vayan de la mano.
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Junto al debate sobre cómo conseguir una escuela que potencie más la creatividad de los más pequeños, durante esta edición de El Chupete también ha habido espacio para mostrar ejemplos de creatividad aplicada al aprendizaje. En este aspecto, el desarrollo de aplicaciones para niños tomó protagonismo durante la tarde del jueves 8.
Se abordó cómo ayudan las apps en el aprendizaje de idiomas de la mano de Marieta Viedma, fundadora de Monkimun, que desrrollan productos enfocados al aprendizaje de idiomas entre los 2 y los 6 años; Arturo Puig, fundador de itbook, cuya app My Life in English está dirigida a niños de entre 7 y 11 años, y Rubén Muñoz, profesor de idiomas y editor TIC.
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También hubo tiempo para conocer la historia de la app El Viaje de Alvín. Raúl Barroso, fundador de Meikme, estudio responsable del desarrollo y el diseño de una app que cuenta la historia real de Alvin, un granjero viudo de 73 años que viaja desde Iowa hasta Wisconsin para visitar a su hermano enfermo usando su único medio de transporte, una cosechadora. La historia, en su día, fue llevada al cine por David Lynch y desde Meikme buscaron conseguir el David Lynch para niños, mediante una road app, que fuera dirigida a los niños pero que también interesara a los padres, “pues creemos que la experiencia debe ser conjunta entre hijos y padres”.
Tras la historia de este granjero, llegó la hora de las mates. José Ángel Murcia, responsable del blog TocaMates hizo una exposición de la oferta que existe en lo que se refiere a las apps sobre matemáticas. La postura de este profesor de matemáticas ante el mercado que existe de aplicaciones sobre matemáticas es amarga. “Mi queja es que la mayor parte de lo que uno encuentra, son unas matemáticas muy elementales y aritméticas, que te propongan, que estimulen el pensamiento y que te lleven a un nivel de habilidades cognitivas importante”. Todo se reduce al esquema de comprobar, recordar y “aplicar en el mejor de los casos”.
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De las excepciones, que las hay, Murcia destaca Tyni Tap, en la que los niños puede proponerse unos a los otros actividades, que no tienen que ser específicamente de matemáticas, “de hecho suelen ser basarse en recortar o asociar”, pero lo interesante es que ellos son los que se proponen problemas y retos para solucionar.
Murcia achaca esta falta de un producto específico en matemáticas al anquilosamiento que, incluso los propios profesores, condenan a las matemáticas. Las matemáticas son más que sumar, restar, multiplicar y dividir y los primeros que debemos cambiar esa concepción “somos los profesores de matemáticas, que creemos que las matemáticas son sólo eso”. Murcia recuperó la amenaza que ya había apuntado Mar Romera en la mañana: “La tradición del se lleva haciendo así mucho tiempo y se seguirá haciendo así”. Aunque, por el momento no hay un colectivo formalmente construido que tenga como objetivo desarrollar un producto matemático en forma de app, Internet ha favorecido que se compartan experiencias y que se atisben algunas propuestas afines como la liderada por David y Cecilia con su blog PuntMat. “No estamos agrupados, pero somos muchos y cada vez va a haber más”.
Tras dos jornadas de intenso debate El Chupete 2015 terminó con la entrega de los premios con los que se ha reconocido el trabajo de de profesionales del mundo de la comunicación y la publicidad dedicados al mundo infantil. Un total de 42 galardonados, entre los que destacaron el premio especial a la Mejor Marca Infantil al canal televisivo Clan, el canal infantil de RTVE y el premio al Personaje del Año, para Frozen. En la categoría de Mejor Comunicador del Año, el Premio ha sido a título póstumo para José Luis Moro, creador de la Familia Telerín, la Ruperta y otros muchos personajes que forman parte del imaginario colectivo de todo el país.
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