Inglés, matemáticas, lengua, literatura, historia… son algunas de las asignaturas habituales en los centros formativos. Sin embargo, es poco o nada habitual que haya una materia o bien se dedique alguna parte del temario educativo a la cultura financiera. Y eso que es especialmente importante para gestos cotidianos del día a día como entender la nómina que se percibe por el trabajo realizado, en la operativa con los bancos…
Mejorar la educación financiera es una demanda que desde la OCDE se lleva tiempo pidiendo a los gobiernos, siendo recomendable que comenzara a impartirse desde pequeños en las escuelas y en casa, lo mismo que se incide en otros aspectos como el reciclaje para combatir el cambio climático.
Y es que la cultura financiera es muy útil no solo para la operativa diaria, sino también para tomar conciencia de los impuestos que se pagan, hacer una planificación financiera al comienzo del año para tener una previsión de tributos o gastos que no tienen frecuencia mensual o de cara a la Declaración de la Renta, entre otros ejemplos.
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Algo que los gobiernos no quieren promover.
Sin embargo, sigue siendo la asignatura pendiente por diversos motivos como el hecho de que podría provocar que la gente ahorrara, según explica Elisabet Ruiz, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, quien añade que es algo que los gobiernos no quieren promover porque el estímulo del consumo hace subir el PIB de los países y esto les permite “sacar pecho” si las cosas van bien.
Esta falta de cultura financiera en la población es generalizada en muchos países entre los que figura España, cuyos ciudadanos tienen incluso percepciones equivocadas de los impuestos que se pagan, según un estudio realizado recientemente tomando como base una encuesta a 6.000 personas.
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“Al final, a la gente, lo que le importa es qué va a cobrar a fin de mes”.
Los datos del informe reflejan que la mayoría de las personas subestima su carga fiscal, cambiando la opinión sobre la desigualdad cuando se les facilita información, aparte de mostrar una mayor oposición a la evasión fiscal y ser conscientes de los desequilibrios que se producen, por ejemplo, en materia impositiva. Una gran parte, además, desconoce que muchos impuestos indirectos se pagan a través de la electricidad, gas, agua o gasolina y no saben por qué no se explican en ninguna parte y el desinterés por contarlo.
No son los únicos casos. También los ciudadanos no conocen cómo se hace su nómina para percibir el salario por el trabajo que realizan, desconociendo o no teniendo en cuenta la parte impositiva porque “al final, a la gente, lo que le importa es qué va a cobrar a fin de mes”, añade desde la UOC.
En las relaciones con el banco también hay un gran desconocimiento. Por ejemplo, no se sabe cuántos intereses se van a pagar al pedir un préstamo, lo que también sucede porque el lenguaje que se emplea no es fácilmente comprensible.
La ingeniería legal para favorecer las grandes fortunas es otro de los aspectos desconocidos y sobre organismos montados para pagar menos impuestos en estos casos como las sociedades, sicavs u otras formas jurídicas, que son inadmisibles para la mayoría de la ciudadanía y que hacen que el IRPF “no esté equilibrado. Acabas pagando mucho por ingresos muy pequeños, pero quien tiene grandes fortunas, en proporción, no está pagando como los demás”. Además, la docente añade que el sistema del IRPF no está equilibrado porque “los propios reguladores establecen sistemas para favorecer a las grandes fortunas”.
El estudio refleja que la gente es partidaria de políticas redistributivas y tiende a pensar que los pobres tienen que pagar menos impuestos, optando por un sistema fiscal progresivo por encima de otras alternativas. En este sentido, el informe señala que las personas que tienen información sobre este aspecto aplicarían a los ricos un tipo impositivo superior al que les aplicarían las personas que no tienen conocimientos al respecto.
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