ChatGPT es un prototipo de chatbot de inteligencia artificial que OpenAI desarrolló el año pasado. Desde su lanzamiento, llamó la atención por el detalle de sus respuestas y, aunque se ha lanzado inicialmente como gratuito para el gran público, se tiene previsto hacerlo de pago próximamente. A los cinco días de su lanzamiento, ya contaba con más de un millón de usuarios.
Las propiedades de ChatGPT lo convierten en una potente herramienta, capaz de mejorar el proceso de aprendizaje del alumno. Sus algoritmos son capaces de entender los enunciados con una gran precisión y responder de forma automática de manera coherente, ofreciendo una respuesta más o menos eficiente, ordenada y correcta dependiendo de la disciplina, en base a información aportada hasta 2021.
Todo ello ha hecho que los alumnos de Bachillerato y grados universitarios comiencen a utilizarlo para resumir apuntes, encontrar conceptos claves y realizar trabajos, revolucionando así las aulas.
Los estudiantes señalan que les ayuda a empezar de cero un trabajo, ofreciéndoles ideas para inspirarles o ayudándoles a organizar un índice sobre un tema en concreto. Otros alumnos lo usan para resolver dudas, ya que es capaz de eliminar tecnicismos y poner ejemplos. Otras aplicaciones que puede tener es resumir una información, redactarla de manera más precisa, consolidar conceptos o incluso preparar una carta de motivación.
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Reticencias del profesorado
Esta utilización masiva por parte de los alumnos ha levantado las reticencias de una gran parte del profesorado. Stéphane Bonvallet, profesor de la Universidad de Lyon, ha hecho público que más del 50% de sus alumnos de su clase habían utilizado la inteligencia artificial ChatGPT para realizar un trabajo. No eran trabajos iguales, no estaban copiados y pasaban los programas antiplagio. Pero tenían idénticas construcciones gramaticales y argumentos parecidos le llevaron a confirmar sus sospechas preguntando a los alumnos. Bonvallet ha señalado al respecto que “el problema es que la Universidad no contempla ningún marco normativo que prohíba esta práctica”.
Los docentes afirman que utilizar la inteligencia artificial puede suponer un problema a la hora de integrar conocimientos, ya que los alumnos no necesitan investigar para realizar sus trabajos.
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El reto ahora es detectar su uso
Algunos expertos consideran que la inteligencia artificial permitirá mejorar la forma de enseñar y de aprender, pero otros creen que hay que poner límites. De momento, ya se han comenzado a dar los primeros pasos. La Universidad Pompeu Fabra está estudiando cómo actuar al respecto, ante la constancia de que alguno de los alumnos ya ha utilizado las herramientas. Y la Politécnica de Cataluña ha abierto un grupo de reflexión sobre el tipo de aprendizajes que deben recibir los estudiantes en el futuro.
Por su parte, en las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York han prohibido a personal docente y estudiantes utilizar la inteligencia artificial. En institutos californianos se ha advertido a los alumnos de la prohibición de su uso y en ocho universidades australianas los exámenes han vuelto a ser con papel y bolígrafo. Por su parte, la propia OpenAI está ensayando un sistema que puede detectar si un texto procede de su propia inteligencia artificial.
Por último, los profesores recuerdan que detrás de una inteligencia artificial está el factor humano, y es que el profesor puede conocer la manera que tienen los alumnos de expresarse o pueden comparar los trabajos presentados con otros previos. O incluso preguntar a ChatGPT previamente para estar preparado ante las respuestas de los alumnos y así confirmar sus sospechas.
ChatGPT is scary good. We are not far from dangerously strong AI.
— Elon Musk (@elonmusk) December 3, 2022