Las apps son un recurso muy a mano para estar en contacto casi diario con el aprendizaje de un idioma. Duolingo, Busuu o Babbel están entre las más descargadas. En el caso de la primera se puede estudiar inglés, francés, alemán, italiano, portugués y catalán. Busuu por su parte tiene un catálogo más amplio y ofrece lecciones de inglés, alemán, francés, español, italiano, japonés, portugués, ruso, turco, árabe, chino y polaco. Babbel ofrece, además de los habituales, sueco, holandés, indonesio, noruego y danés.
Otras opciones para son los cursos basados en la práctica de la expresión oral. Por ejemplo, el centro Novalingua dispone en Barcelona de un Club de conversación en inglés para adultos. Se necesita un nivel mínimo de B2, y los profesores de apoyo son nativos y titulados. Lo que se hace es proponer un tema semanal que se envía de manera previa por mail para que cada alumno pueda preparárselo y aprender vocabulario nuevo relacionado y luego debatirlo y ponerlo en común en clase.
Si se quiere una inmersión en el extranjero también se puede optar por alojarse con una familia o bien en casa del profesor. En distintos bares repartidos por España ya se han creado grupos para practicar idiomas a cambio de abonar un módico precio o la consumición. Puede ser un buen complemento para afianzar lo aprendido en el aula.
Los recursos pueden ser infinitos, la clave está en lo que a veces resulta más difícil: soltarse y practicar. Una buena manera puede ser a través de redes sociales como nuestra página de Facebook El Muro de los idiomas donde se pueden conocer personas de otras nacionalidades con las que intercambiar conocimientos, curiosidades, incluso chatear y aprender nuevas palabras.
Intensivos para lograr el objetivo cuanto antes
Aprender idiomas es el objetivo pero si es de una manera rápida mejor. Por circunstancias personales, académicas y sobre todo laborales cada vez más personas necesitan dominar una lengua extranjera cuanto antes. En aprendemas.com hablamos de cursos específicos, técnicas y recursos para acelerar ese aprendizaje.
«Creo que la forma intensiva es la ideal porque, de alguna forma ‘te sumerges’ en el idioma y te ves ‘obligado’ a practicar». Son palabras de Eva María Gutiérrez, alumna del Institut Français de Madrid. A sus 47 años lleva cinco meses aprendiendo francés porque pronto se trasladará a Suiza con su familia y tiene intención de buscar un empleo allí.
En estos cinco meses ha realizado tres intensivos de francés. Acude a clase de lunes a jueves dos horas cada día y aunque no es fácil compaginarlo con el trabajo considera que es la clave para aprender un idioma con cierto ritmo. «El número de alumnos es reducido y las clases son bastantes ágiles y amenas. Ahora bien, es esencial el trabajo personal fuera del aula para poder avanzar», asegura. Por mucho trabajo que se haga en horario «escolar» es básico esforzarse y no perder el contacto durante el resto del día.
Además de repasar lo visto en clase y hacer los ejercicios, intenta ver contenidos en francés a través de internet y escucha la emisora de radio France inter. En el aprendizaje en el aula no sólo influye un buen profesor: «En un intensivo dependes en cierta media de cómo sean tus compañeros y su grado de implicación en clase para que los ejercicios orales resulten útiles e interesantes».
Uno de los miedos a un intensivo es que las clases sean muy densas, que acaben convirtiéndose en eternas. «Se intenta hacer ameno, sino el propio profesor se aburriría», afirma por su parte Christine Josserand, docente del Institut Français. Tiene varios grupos de distintos niveles y en el caso específico del intensivo intenta variar al máximo las actividades.
En este tipo de cursos se trabaja la comprensión escrita y oral, la expresión escrita y, sobre todo, la expresión oral. Por ejemplo, en el caso del nivel A2 se incentiva la participación de los alumnos a través de juegos de rol en los que tengan que enfrentarse a situaciones de la vida cotidiana o realizar tareas concretas en las que conversen con otros compañeros.
«Lo que me parece importante es variar no sólo los tipos de actividades sino también las modalidades», afirma Christine. «El trabajar en mini-grupo o en pareja es muy importante para que todos los alumnos tengan la oportunidad de hablar lo suficiente, para que los más tímidos se desinhiban y para la cohesión del grupo», prosigue.
«No sé si un intensivo es más duro pero claro que es un baño de francés durante cuatro días a la semana», añade. Reconoce la exigencia, porque todo va mucho más rápido: «pero lo que es muy motivador, tanto para el alumno como para el profesor, son los progresos que se suelen realizar en muy poco tiempo».
Compaginar práctica con deberes es básico. «Son importantes porque permiten a los alumnos ejercitarse, ver lo que sí han entendido o no pero no tienen que quitar demasiado tiempo a la clase en sí». También es vital continuar «educando» el oído en casa. «En el Institut Français tenemos mucha suerte porque disponemos de una mediateca fantástica donde existe ‘la bibliothèqe de l’apprenant’, un espacio pensando para el alumnado o la gente que aprende francés». Abierto a todos, se pueden encontrar libros, dvd, y discos sugeridos a los usuarios en función de su nivel.
>>Cursos para preparar DELF-DALF
Si tiene que recomendar libros se queda con los de Eric Emmanuel Schmitd y su ‘Ibrahim ou les fleurs du Coran’ o ‘Oscar et la dame rose’. También títulos de Amélie Nothomb como ‘Stupeur et tremblements’. Serían a partir de un nivel B1. «Me gustan mucho los cómics. Siempre se asocian a los niños y me parece totalmente erróneo», asegura. Además del idioma en sí sugiere otras historias para aprender a la vez de cultura: ‘Persépolis’ de Marjane Satrapi o ‘Les chroniques de Jérusalem’ de Guy Delisle. «Es una buena forma de practicar además de enterarse de muchas cosas».
Hay otras opciones para dar un paso más allá: los cursos súper intensivos. En el caso del Institut Français no se han abierto grupos este año, pero es uno de los clásicos en su oferta. Si se opta por el inglés, centros como el International Formation Center imparte en su sede de Madrid cursos de 25 horas semanales, que se distribuyen en cinco horas diarias. En un mes se puede alcanzar un nivel completo.
Ahora, de cara al verano, muchos estudiantes aprovechan sus vacaciones para hacer intensivos o súper intensivos en el extranjero, aunque estos programas están abiertos durante todo el año. Por ejemplo, Eurolingua ofrece intensivos de inglés en Canadá de doce semanas que incluyen la preparación de exámenes Cambridge. Otra opción es hacer un curso específico de inglés de los negocios en Manchester, que incluye alojamiento en familia, actividades semanales, libros y certificado final.
Las opciones se multiplican si se tienen en cuenta otros idiomas como el alemán, el italiano o el chino.
Inmersión, un método para casi soñar en un idioma diferente
«La vida real no se desarrolla en una clase, por lo que es muy importante que los alumnos también utilicen el idioma de forma natural e improvisada fuera del aula». Son palabras de Simon Williamson, el director pedagógico de los cursos de inmersión en inglés que se imparten en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y para los que cada año el Ministerio de Educación convoca miles de ayudas. En esta última edición 14.000 estudiantes recibirán una beca y más de 1.000 profesores.
El programa se imparte en doce sedes distribuidas por España y cuenta con 235 profesores nativos, además de los auxiliares. Tiene distintos niveles y su objetivo principal es potenciar en cinco días la agilidad oral. Las clases se estructuran en tres bloques, en total suman ocho horas, y se empiezan a las 9 de la mañana y se acaban a las 18.00 horas. Cada uno es impartido por un profesor distinto, hay cinco alumnos y se alternan con comidas, cenas y actividades complementarias, todas ellas en la lengua de Shakespeare.
«Al principio les cuesta soltarse y acostumbrarse a hablar en inglés todo el tiempo», explica. Esa vergüenza se va superando según pasan los minutos: «Lo que más les gusta es ver día a día como mejora su capacidad de comunicación, el ambiente y su relación con profesores, auxiliares, y claro, sus compañeros».
«La educación inmersiva es un programa estrella para aprender un idioma. Los alumnos están obligados a utilizar el inglés desde la mañana a la noche, adquiriendo el hábito automático de pensar en inglés para comunicarse dentro y fuera de clase». Esa evolución se va notando: «Su capacidad oral se incrementa en gran medida, como lo demuestran las presentaciones que realizan a lo largo del curso».
Hacer una inmersión está muy bien, pero sin dejarlo ahí. «Pueden acceder a contenidos online, proporcionados por nosotros, y disponen de un tutor online durante los seis meses posteriores al curso». A su vez anima a que buscan lugares donde se puede practicar inglés con nativos, leer, ver películas, practicar conversaciones hablando con uno mismo y coger el libro con frecuencia. «En fin, trabajar y no perder el contacto con el idioma».
Otra alternativa para «casi» soñar en inglés es a través del programa de ayudas que convoca el Ministerio de Educación para realizar cursos de inmersión, en esta ocasión dirigidas a jóvenes nacidos entre el 1 de enero de 1996 y el 31 de diciembre de 1999. Ahora mismo tiene el plazo abierto, por lo tanto se pueden enviar solicitudes hasta el 8 de abril de 2016. Las estancias tendrán lugar en el mes de julio y consisten en cursos en régimen de internado de una semana de duración.
La formación tiene lugar en España, ya que este programa es el que sustituye al clásico de idiomas en el extranjero que convocaba el MECD pero que se suspendió en el curso 2012/2013 por falta de presupuesto.
Más información:
El Muro de los idiomas, en Facebook
Cursos de inmersión en la UIMP
Becas del MECD para cursos de inmersión para jóvenes en España