La dificultad de estos profesionales radica en que tienen que hablar y escuchar a la vez, para después repetir el mensaje que han escuchado en otro idioma. “Actúan como los acróbatas de un circo, una vez dicha una palabra no pueden traerla de vuelta, así que hay que estar bastante seguro de lo que se está haciendo”, señala Cosmidou. Uno de sus peores enemigos es la velocidad del orador, aunque son muchos los que tienen la capacidad de anticipar lo que va a decir el eurodiputado.
En el Parlamento Europeo, según se especifica en el artículo publicado, los intérpretes trabajan un máximo de dos turnos de tres horas y media cada uno. Además, deben estar al tanto de los documentos de trabajo más importantes para conocer la terminología. También leen la prensa con regularidad en varios idiomas, los que les permite estar informados y les ayuda a manejarse dentro de una enorme variedad de temas.
El número de intérpretes que trabaja en el Parlamento Europeo, el más multilingüe del mundo, varía entre los 350 que cubren en las reuniones de comisiones parlamentarias hasta los más de mil profesionales que pueden llegar a cubrir los plenos. Además, la Eurocámara cuenta con una reserva de 4.000 intérpretes freelance a los que se recurre en caso necesario. Además de su lengua materna, en la que deben destacar, tienen que hablar al menos otros dos idiomas más.
En el transcurso de las sesiones plenarias los intérpretes trabajan en 23 cabinas debidamente preparadas e insonorizadas, una por cada idioma oficial, y en cada una de ellas se sientan tres o cuatro intérpretes. Los oradores pueden intervenir en 23 idiomas, que a su vez son interpretados en otros 22, de lo que se traduce que en cada debate pueden darse hasta 506 combinaciones lingüísticas.
Ninguna reunión empieza sin que hayan llegado los intérpretes. Cosmidou señala en declaraciones al PE que “tienen un asiento en primera línea de la historia” ya que acompañan a los diputados a sus viajes al extranjero y son testigos de la firma de importantes acuerdos, además de tener la oportunidad de conocer a grandes personalidades.
Para ser intérprete hay que poseer un título superior y dos años de especialidad en interpretación, además de pasar una oposición específica. Virtudes como el gusto por la comunicación y ser extrovertido y curioso también son muy bien valoradas.
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