
Atendiendo a datos de 14.426 niños de entre dos y nueve años de edad de ocho países europeos entre los que se encuentra Italia, Estonia, Chipre, Bélgica, Suecia, Hungría, Alemania y España, el estudio evidencia que los padres con menos nivel de estudios dan a sus hijos alimentos ricos en azúcares y grasas con más frecuencia que aquellos progenitores conun nivel educativo superior y que siguen unas pautas alimentarias para los niños basadas en productos de alta calidad nutricional como verduras, frutas, pasta, arroz y pan integral.
Precisamente, según el estudio, que ha sido publicado recientemente en la revista Public Health Nutrition, las mayores diferencias entre las familias de diferentes niveles educativos se encuentran en el consumo de frutas, verduras y bebidas azucaradas.
Estas diferencias evidencian un mayor riesgo de desarrollar sobrepeso o problemas de salud como la obesidad en niños procedentes de estratos socioculturales menos favorecidospor lo que los investigadores abogan por que los programas de prevención de la obesidad infantil a través de una alimentación saludable incidan especialmente en los grupos socioeconómicos desfavorecidos para minimizar las desigualdades en materia de salud.
Y es que la alimentación en los niños es especialmente importante, sobre todo entre los dos y 14 años, porque es el período en el que están creciendo y en el que aumentan las exigencias de energía y nutrientes. Un motivo por el que desde entidades como la Organización Mundial de la Salud se alerta de la importancia de que se controle la alimentación de los más pequeños, ya que se ha detectado que en el año 2010 cerca de 40 millones de niños menores de cinco años presentaban sobrepeso.
Entre las recomendaciones aportadas para la alimentación de los niños mayores de dos años se hallan la incorporación en la dieta de cereales, frutas y verduras, productos lácteos, carnes magras, pescado, aves, huevos y frutos secos. Además, se aconseja que los padres ofrezcan una amplia variedad de alimentos dentro de estos grupos. Otro consejo es que la comida no se emplee como un método para premiar o castigar un comportamiento.
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