“El bullying es un fenómeno general que se produce en todos los estratos sociales y en todos los países en los que se ha investigado sobre el tema”. Es una de las principales conclusiones que se extraen del recién estrenado curso “Acoso escolar: identificación y programas de intervención” que imparte
José Antonio Oñederra, profesor del Instituto de Bidebieta, ha sido uno de los primeros en participar. En su intervención ha definido el bullying o acoso escolar como “una situación en la que un estudiante o grupo de ellos intimida a otro”. Por tanto, si la pelea o discusión es entre personas en las mismas condiciones tanto físicas como psíquicas, no se considera bullying.
Así, se ha clasificado a la víctima como un alumno con baja popularidad entre los compañeros, con un temperamento débil, baja autoestima, inseguridad y, en ocasiones, tendencias a la depresión. No obstante, los expertos dejan claro que a pesar de ello cualquier persona puede sufrir acoso escolar. Eso sí, aquellos estudiantes que lo sufren acarrean como consecuencia un bajo rendimiento escolar, rechazo a la escuela e incluso sentimiento de culpabilidad, lo que puede provocar un cambio de escuela.
Por su parte, y según las conclusiones de la primera jornada del curso de
A pesar de ello, y según datos del pasado mes de julio del Observatorio Estatal de Convivencia Escolar, la mayoría de los adolescentes (68,15%) reconoce que interviene para detener la violencia y el 36,3% lo hace aunque no sea amigo de la víctima, mientras que el 31,8% lo hace cuando existe dicho vínculo. El informe del Observatorio también arroja datos como la colaboración y entendimiento entre profesores y alumnos, pues el 54,2% de éstos considera que puede contar con su maestro en caso de acoso.
El clima de convivencia es también un aspecto fundamental en el aspecto preventivo del acoso escolar. En este sentido, y según los datos del Observatorio, destaca como el alumnado se encuentra “bastante” o “muy satisfecho” con las relaciones con sus compañeros (89,4%), con lo que aprende en el centro (85,7%) y con la relación entre la familia y el colegio (83,5%). Para los profesores, este clima de convivencia se traduce en un sentimiento de importancia dentro del colegio (95,1%), orgullo por el lugar de trabajo (82,1%) y el reconocimiento laboral (75,8%).
En próximos días
Maite Garaigordobil Landazabal, profesora de
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