El mundo laboral puede ser complicado, tanto para quien busca un empleo como para las propias empresas. Hay ocasiones en las que, aunque dicha compañía encuentre al candidato perfecto durante el proceso de selección, y a pesar de que este disponga de experiencia, habrá ciertos aspectos en su perfil que necesitan ser reforzados para garantizar su integración en el puesto.
Es precisamente en este punto donde entra en juego el concepto de formación de empresa. Es decir, los cursos formativos que ofrecen muchas compañías a modo de entrenamiento para dar al futuro empleado los conocimientos que va a necesitar si quiere ofrecer lo mejor de sí mismo y garantizar un trabajo de calidad.
Estos planes de formación, cada vez más comunes, resultan muy beneficiosos para las empresas, ya que son un modo de incentivar la productividad y de mejorar la calidad de su plantilla. Además, permiten reducir la tasa de rotación. No obstante, los propios empleados son los más beneficiados, puesto que reciben una formación valiosa de cara a su inserción laboral.
¿Qué es la formación empresarial?
La formación empresarial puede encontrarse en diversos formatos o sistemas, pero su finalidad siempre es la de fomentar la adquisición de aquellas competencias necesarias para desempeñar un puesto de trabajo.
Así, por lo general, encontraremos cursos formativos, ofrecidos por la propia compañía, que van dirigidos exclusivamente a la inserción en el mercado laboral. Es decir, se tratará de cursos cuyo objetivo será dar la formación necesaria al estudiante para que este pueda ocupar un determinado puesto de trabajo. Un ejemplo lo encontraremos en los cursos dirigidos a quien esté interesado en opciones como hacerse agente de seguros.
Además, una vez terminada la formación, las propias compañías se encargan de ayudar al alumno a establecerse como trabajador bajo el amparo de la marca comercial. Después de todo, la formación proporcionada habrá convertido a este en un candidato idóneo para el puesto y fortalecer el capital humano de la propia empresa.
Tipos de formación empresarial
Como es lógico, cada empresa puede tener sus preferencias o su forma de trabajar, y por eso existen diversas modalidades de formación empresarial que estas pueden adoptar en función de la estrategia que deseen seguir. La meta, no obstante, siempre es la misma. En este sentido, son tres los tipos de formación más habituales.
El primer tipo es la formación continua. Se trata de una metodología que apunta a mejorar de forma constante los conocimientos de la plantilla a lo largo de su trayectoria profesional dentro de la compañía. Esta modalidad suele ser la más habitual en los sectores relacionados con la tecnología, ya que estos siempre están en constante evolución.
Otra modalidad es la formación bonificada, y puede ser elegida por cualquier compañía que cotice en la Seguridad Social. Estas cuentan con una cantidad concreta de créditos que pueden invertir en ofrecer esta formación.
Por último, encontramos la formación empresarial fuera del horario laboral. No es la más habitual, aunque hay compañías que optan por ella. No obstante, el trabajador ha de saber que esto solo debe aplicarse si el curso no es obligatorio para el desarrollo del trabajo realizado. De lo contrario, debe emplearse el tiempo de la jornada para brindar la formación.
Así, los planes de formación empresarial son perfectos para que las compañías obtengan empleados más cualificados. No obstante, también lo son para que estos reciban formación especializada de alto nivel y cuente con más posibilidades de crecimiento dentro del mundo laboral.