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El valor añadido que pueden aportar los abogados a una startup

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¿Qué buscan las startups en los abogados? Es la pregunta que se hace Alejandro Touriño, socio de ECIJA y Director del programa Startup Lawyers, del IE Law School, para poner encima de la mesa un debate que considera de primera magnitud en España. Estas empresas en fase semilla requieren servicios de juristas, algo que las convierte en potenciales clientes y, sobre todo, en una salida profesional.

España es uno de los países con más abogados por habitante, pero el número de startups no es tan amplio comparado con otras economías de nuestro entorno como Reino Unido o Francia. Aun así, grandes empresas, escuelas de negocio y universidades han apostado por crear aceleradoras e incubadoras de proyectos emprendedores que ya empiezan a dar sus frutos.

«El que se lleva el gato al agua es aquél capaz de presentar a un fondo de capital o a un business angel a la startup»

Si estas startups requieren de un abogado no valdrá cualquiera, aunque para aportar valor va a depender de muchos elementos. «El primero de ellos, muchas veces obviado, es conocer en qué fase de desarrollo se encuentra nuestro potencial cliente», asegura Touriño. Como ejemplo cita lo que sucede en Silicon Valley y como muchas empresas firman acuerdos de intenciones no vinculantes, también llamados ‘letters of intent’, con varias firmas de abogados para luego convertirse en clientes de aquella que sea capaz de aportar algo más.

«El objetivo prioritario en las fases iniciales de una startup es la obtención de financiación», asegura. Para el experto añadir valor no va a ser sólo exhibir experiencia, la posibilidad de ofrecer asesoramiento jurídico certero o ser agresivo en precios, sino la obtención de esa financiación. «El que se lleva el gato al agua es aquél que es capaz de presentar de manera satisfactoria a un fondo de capital o a un business angel a la startup», apunta.

Si el cliente quiere algo, sólo podrá ser su abogado el que se lo ofrezca

«Pienso en mis alumnos del Venture Laby. Recuerdo sus sentencias en muchas ocasiones donde me dicen que los acuerdos de confidencialidad o los pactos de socios se «encuentran» en internet, pero los inversores no», prosigue, para explicar que no está muy de acuerdo con ninguno de los planteamientos pero sí con que si el cliente quiere algo, sólo podrá ser su abogado el que se lo ofrezca.

«Posiblemente ya no basta con empatizar con el cliente, ya no basta con ser flexibles en honorarios o incluso con acceder a intercambiar nuestro trabajo por participaciones sociales de la startup», afirma, para volver a recordar que hay que dar un paso más. En este punto no vale sólo con asesorar sobre en qué puntos ceder y en cuáles no en un acuerdo de inversión, sino en presentar al candidato idóneo para invertir en dicha idea.

Otras funciones del abogado pueden  marcar la diferencia

¿Cuál sería el riesgo aquí para el abogado? Como ya decía el experto Zach Abramowitz, si las partes no casan, bien porque el inversor no encuentre atractivo el proyecto o porque la startup no esté preparada para recibir financiación, el papel del abogado también se debilitará.

«No faltará quienes critiquen que no es ésa tarea del abogado. Pero ésta es a mi juicio una batalla que no merece la pena volver a luchar», afirma Touriño. Las funciones básicas del abogado son prestar servicios jurídicos, pero hay otras que pueden marcar la diferencia.

Pide más información del curso Startup Lawyers de IE Law School a continuación:

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