El desempleo sigue siendo uno de los principales problemas a los que tienen que enfrentarse los jóvenes, dificultad que se acrecienta si, además, poseen alguna discapacidad. Así lo constata el informe ‘Millenials con discapacidad, motor de futuro’ que ha realizado la Fundación Adecco y JYSK, tomando como base una encuesta llevada a cabo entre 600 jóvenes con discapacidad menores de 25 años con el fin de comparar su situación con la del total de personas en esa franja de edad.
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Sólo el 32% de los jóvenes con discapacidad está trabajando
El estudio saca a la luz que el 68% de los jóvenes con discapacidad se encuentra en situación de desempleo, porcentaje que contrasta con la tasa de paro juvenil, que se sitúa en el 46%. Además, dentro de los jóvenes con discapacidad, destaca que el 60% es, además, parado de larga duración, poniéndose de manifiesto de nuevo la diferencia con el resto de jóvenes de los que el 41% se halla en esa misma situación.
Significativo es también que el 38% de los jóvenes con discapacidad asegura que lleva más de dos años en el paro y el 22% indica que está en desempleo desde hace más de un año. Tan sólo el 32% trabaja, observándose de nuevo una distancia relevante con el total de jóvenes en los que el porcentaje se eleva hasta el 54%.
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Dentro de este colectivo, en el nivel de desempleo también se aprecian, como sucede con el resto de jóvenes, diferencias relevantes por sexos. En concreto, el paro es más elevado en las mujeres, puesto que el 62% de las encuestadas reconoce que no encuentra un empleo, frente al 51% de los hombres.
Y, a la hora de acceder a un empleo, el informe constata que la formación también es una hecho diferencial importante porque el 53,2% de los parados menores de 25 años no ha aprobado la ESO y sólo el 8,2% tiene estudios universitarios, porcentaje este último que contrasta con el 17,2% del resto de jóvenes.
Además, los alumnos con discapacidad tan solo representan el 1,3% del total de estudiantes. Un dato que, en este caso, puede explicarse porque alrededor del 40% de los jóvenes con discapacidad optar por la modalidad de formación a distancia como consecuencia de las barreras arquitectónicas y también psicológicas que existen en el ámbito educativo y que reconocen también el 40% de los jóvenes con discapacidad encuestados.
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La falta de adaptación de las aulas es la principal barrera que encuentran en su etapa académica
De hecho, el 35% de los jóvenes con discapacidad indica que ha encontrado barreras en el centro de estudios por falta de adaptaciones físicas o bien por la ausencia de personal que atienda sus necesidades específicas –lo apunta el 40%-, como, por ejemplo, en actos tan comunes como tomar apuntes.
No obstante, la principal barrera que apuntan es la falta de adaptación de las aulas, que alude el 45%, y la inexistencia de un departamento o área de atención a la discapacidad, que señala el 25%. También son un handicap, los accesos al centro, los aseos no adaptados y la falta de adaptaciones deportivas, en la biblioteca, en la cafetería y en las salas de ordenador.
La universidad no es el único nivel formativo en el que hay diferencias, que igualmente aparecen en relación a los estudios técnicos en los que los jóvenes con discapacidad se sitúan otra vez por debajo con un 12,7% que los ha cursado frente al 15,5% del total de jóvenes.
También es significativo que el 19,3% solo ha cursado estudios primarios, nivel de formación que, en el total de jóvenes, alcanza un ratio del 9,4%, mientras se observan menos diferencias en relación a los estudios de Bachillerato: el 14,10% de los menores de 25 años y el 14,80% de los jóvenes con discapacidad.